El reciente anuncio de venta del mítico edificio que acoge al colegio San Antonio de Padua en la calle Margallo y su próximo traslado a La Sierrilla dejarán tras de sí más de 80 años de enseñanza franciscana en la ciudad. El derribo del viejo San Antonio, por el que han pasado miles de alumnos, dirá adiós también a una parte importante de la historia cacereña contemporánea.

Aunque la llegada de los franciscanos a Cáceres se debió en gran parte al interés que puso el obispo Ramón Mencheta en los albores de 1914, no sería hasta 1920 cuando la congregación empezaría a implicarse en su labor docente a instancias del padre Aréchaga, que comenzó a dar clases a seis niños en la plazuela de Santo Domingo.

Pero desde su llegada a la capital, los franciscanos tenían muy claro su proyecto de crear una escuela sencilla en una ciudad que entonces presentaba importantes carencias educativas. Gracias a las ayudas económicas de los cacereños y a algunas familias protectoras, la congregación adquirió dos casas en los números 12 y 14 de la calle Margallo y fundaron el colegio San Antonio. Santiago Gorostiza fue su primer director.

LA SITUACION ECONOMICA

El padre Tomás Bernal ha realizado en la actualidad interesantes estudios históricos relacionados con las edificaciones del centro. Bernal explica que los franciscanos se encontraron con muchas dificultades económicas para adaptar aquellas dos casas a las necesidades educativas de la ciudad y a una demanda de plazas cada vez más creciente.

La historia del San Antonio ha corrido paralela a la de Cáceres. Así, en la Segunda República el colegio pasó a denominarse Colegio Residencia Sabel, los curas debían vestir como seglares y el centro fue a parar a manos de Sabel, una institución de diputados católicos de Madrid, que figuraba como propietaria. No era más que una argucia legal para hacer frente a unas, entonces, condiciones adversas.

Durante la guerra civil el colegio fue hospital de sangre. En 1950 levantó su primer pabellón y en los años 70 construiría el segundo y el tercero.

Por el San Antonio han pasado relevantes personalidades públicas. La más nombrada, quizás por estar de actualidad, es la de Pedro Almodóvar, el oscarizado director de cine.