El litio es el tercer elemento de la tabla periódica menos pesado después del hidrógeno y el helio, el metal sólido más ligero y el de mayor potencial para almacenar electricidad, de ahí su importancia cada vez mayor como alternativa limpia a combustibles contaminantes (gasoil, gasolina...). Los dispositivos tecnológicos lo llevan en sus baterías y todos los sistemas de movilidad y almacenamiento de energías renovables están basados en este mineral. Por eso se le llama el ‘petróleo blanco’, indispensable para el desarrollo de la economía del carbono 0, ya que sus baterías no emiten CO2.

El litio será uno de los elementos naturales protagonistas del siglo XXI, junto a los combustibles alternativos y las energías renovables. Automotrices y fabricantes de tecnología lo consideran sin duda la materia prima del futuro. Basta decir que muchos países ya han puesto fecha a la prohibición de vender coches alimentados con derivados del petróleo en los próximos 20-30 años. Las baterías eléctricas acapararán la producción de litio.

Pero este mineral descubierto hace justo dos siglos en Suecia tiene otras muchas aplicaciones, al permitir también un alto grado de conducción del calor. El cloruro de litio y el bromuro de litio son excelentes secantes. El segundo se emplea en bombas de calor de contracción, entre otros compuestos como el nitrato de litio. El estearato de litio constituye un lubricante de propósito general en aplicaciones a alta temperatura.

Este mineral se emplea además en superaleaciones para aviones y fuselajes de naves espaciales. El hidróxido de litio se usa en las naves espaciales y submarinos para depurar el aire extrayendo el dióxido de carbono.

Curiosamente, las sales de litio, particularmente el carbonato de litio y el citrato de litio, se utilizan en el tratamiento de la manía y la depresión bipolar, así como en otras psicopatologías. Es un estabilizador del estado de ánimo. Sus mecanismos de acción son varios: bloquea la liberación de dopamina (reduce la hipersensibilidad de los receptores dopaminérgicos) y tiene otros efectos, haciendo que el paciente se calme.

Se ha empleado con éxito en la fabricación de cerámicas, lentes y grandes telescopios, y finalmente también tiene aplicaciones nucleares.