La Vera cambia estos días su apariencia habitual del verano por otra multicolor propia del otoño, donde la gama de tonalidades se hace amplísima debido a la gran variedad de árboles de hoja caduca que crecen frondosos en las laderas de las montañas de Gredos. Destacan los robledales, donde la caída lenta de las hojas en la soledad del campo y el silencio de la tarde invitan a la relajación espiritual y corporal.

Unidos a este singular paisaje se encuentran exquisitos productos, entre los que destacan higos de pezón largo , castañas y setas. Precisamente las lluvias caídas en los últimos días han hecho aflorar una gran cantidad de estas últimas. Las personas aficionadas a la micología saben que la comarca es muy rica tanto en variedad como en cantidad, pero pocos otoños han comenzado como el presente en lo que se refiere a la recolección de boletus, según han confirmado algunos expertos de la zona consultados por este diario, entre los que se encuentra Marcelino Díaz Fernández.

Los especialistas afirman que si el año pasado por estas fechas "casi no se veían setas", en la actual otoñada el Boletus Aereus o Boleto bronceado "pocas veces ha sido tan abundante, y los ejemplares se encuentran especialmente sanos". La razón no es otra que las lluvias de finales de septiembre y las temperaturas tan inusualmente templadas de la primera quincena de octubre. Hasta tal punto la cosecha del 2012 es buena "que no hace falta andar mucho ni buscar sitios escondidos para poder llenar en poco tiempo una cesta", aseguran.

Un paseo por algunos de los castañares y robledales de Jarandilla, Aldeanueva o Guijo de Santa Bárbara "nos regalará, además de contemplar la belleza del otoño en esas poblaciones, el hallazgo de unos provechosos boletos", aseveran. En la foto, tomada anteayer, se puede ver a una afortunada recolectora con un Boletus Aereus de unas dimensiones inusuales. El sombrero tenía unos 26 centímetros de diámetro y pesaba casi un kilo.

Arroyos y gargantas comienzan a elevar su tono sonoro, animados por las últimas borrascas, mientras los campos empiezan a llenarse de buscadores de setas, que después se convierten en la cocina en sabrosos manjares.