Los negocios situados en las zonas de la movida comienzan a sufrir en sus propias cajas registradoras los efectos de la aplicación de los horarios de cierre. Si La Madrila ha perdido un 60% de ingresos desde octubre del pasado año (más de la mitad de los bares tienen algún tipo de embargo), otra zona emblemática de la marcha cacereña, la calle Pizarro, registra una caída del 50% en sus ganancias y la situación comienza a ser preocupante, según declaraciones realizadas a EL PERIODICO por los hosteleros.

Sin embargo, los propietarios de los locales no se han cruzado de brazos y han decidido reaccionar antes de que la crisis se acentúe. De momento están manteniendo reuniones para estudiar iniciativas conjuntas que relancen la calle Pizarro y atraigan más público, por ejemplo macrofiestas, exposiciones, invitaciones, promociones... Pero también tratarán de reconducir su ambiente hacia la tarde-noche, como en sus inicios. "Queremos una clientela adulta, de veintitantos para arriba, estudiantes y trabajadores independientes", explica Edinho Queirot, propietario de Mistura Brasileira.

Precisamente, este local ha sufrido una profunda reforma y otros lo harán próximamente. "Hay que adaptarse a los tiempos", subrayan los hosteleros. Algunos ya han organizado conciertos y actividades periódicas que pretenden fomentar la tertulia de tarde y la velada nocturna en un ambiente más cuidado.

SOLO UNA HORA DE NEGOCIO

La calle Pizarro congregaba habitualmente a 2.000 personas en las noches de viernes o sábado, pero la situación está llegando a unos extremos inquietantes para los locales, que esperan que este giro les reflote. "Sólo nos queda una hora de negocio los fines de semana, porque el público llega a la una de la madrugada de las terrazas de verano y vuelve a marcharse a las dos para entrar a tiempo en las discotecas y no hacer cola", explican. Durante este invierno también han tenido una clientela de 16 a 18 años por las tardes. "Nos ha supuesto un colchón de ingresos, pero no es la idónea", subrayan. Además, afirman que los horarios de cierre han cambiado las costumbres de los jóvenes: "Ahora andan perdidos y a veces ni siquiera salen".