El suministro a domicilios de agua del Calerizo cesó hace mes y medio. No hay extracciones del acuífero, salvo los pozos del campo de golf y el Cimov y algún otro caso aislado. Su agua queda reservada para situaciones de emergencia, aunque sobre la mesa hay una propuesta de Canal de Isabel II para usar parte en el riego de parques. La capacidad del acuífero es de 13 hectómetros cúbicos, una cantidad con la que se podría abastecer a la ciudad durante más de un año, y su nivel medio de recarga, principalmente de agua de lluvia, es de 2,7 hectómetros/año.

El Calerizo ocupa una superficie de 14 kilómetros cuadrados. Parte de la ciudad, de la avenida de la Hispanidad hacia el sur, se levanta sobre este terrero de calizas y dolomías por las que se filtra el agua y que crean un sinclinal rodeado de formaciones impermeables. El agua discurre por las grietas de las rocas, y no hay lagos subterráneos. El geólogo Juan Gil y el arquitecto José Carlos Salcedo, en un informe en el que intervinieron otros técnicos y que sirvió de alegación al plan de urbanismo en vigor, distiguen tres cuencas en el Calerizo (el Marco, la mina de la Esmeralda y la Alberca). En ese estudio ya se advierte del peligro de contaminación y de la necesidad de tomar medidas protectoras.

En una investigación anterior, la empresa Ingemisa subrayaba que el Calerizo es altamente vulnerable y avisaba de la presencia de nitratos e indicios de nitritos. Ese riesgo de contaminación provocó en la pasada legislatura un intenso debate por la creación de un depósito de residuos inertes en la cantera de La Labradora. El concejal socialista Víctor Zarco defendió, basándose en un informe de la dirección general de Infraestructuras, su traslado por el peligro de que con la lluvia se filtrasen productos tóxicos a los conductos del Calerizo. Gil y Salcedo recuerdan en su estudio que los hidrocarburos y otros materiales pesados tardan "millones de años en desaparecer".

El Calerizo volverá a ser objeto de estudio en la revisión del plan general de urbanismo, que está en su fase inicial, y es previsible que se incluyan medidas protectoras. En el plan en vigor se exigen la redacción de estudios geotécnicos e hidrológicos para el desarrollo de las áreas residenciales previstas en terrenos del Calerizo. El caso más significativo es el residencial que se hará entre la charca del Marco y la charca Musia, con una densidad de 20 viviendas por hectárea y una altura máxima de dos plantas, modelo que serviría para otras promociones, "pero siempre con la presentación de estudios geológicos y controles", según comentó Andres Nevado, concejal delegado de Urbanismo.

ASENTAMIENTOS DEL TERRENO

En su investigación, Ingemisa resalta que los hundimientos, asentamientos del terreno y la inestabilidad de laderas pueden dañar las edificaciones del Calerizo, pero apunta que ninguna construcción se ha visto afectada, aunque el asentamiento del terreno sí se ha notado en la estación de autobuses, "donde su muelle de aparcamiento y marquesinas han sufrido deformaciones". Juan Gil, en otro estudio sobre la protección del acuífero, considera que no hay razones para limitar las edificaciones "siempre que sean de baja densidad" e insiste en las medidas protectoras. "Como filosofía, el principio que debe regir es el de sostenibilidad. Si el acuífero se deteriora, su recuperación es dificilísima", apuntó Manuel Rodríguez Cancho, edil de Medio Ambiente.