No todos los que acuden a Cáritas tienen familia, ni techo, ni arraigo, ni salud... Los casos más graves, los transeúntes que vagan por las calles, por las ciudades, por el mundo, encuentran un poco de calor en el Centro Vida de Cáritas, junto a la estación del ferrocarril. En el primer trimestre del año ya han pasado por allí 60 hombres y 10 mujeres, el 86% de nacionalidad española y un 14% inmigrantes. En 2017 lo hicieron 241 personas. Cada una de ellas permanece alrededor de 18 días en el centro, ya que Cáritas, en su objetivo de no cubrir necesidades inmediatas sino de dar soluciones más duraderas, les facilita una acogida, realiza una intervención primaria de sus necesidades e inicia un proceso con las educadoras y la trabajadora social para ofrecerles una serie de recursos (talleres, trabajos...), que les ayuden a reconocer su situación y a ver de qué modo pueden salir de ella.

Por ello, el Centro Vida, con 16 plazas, mantiene una ocupación del 96% durante todo el año y no puede atender a todos los que lo demandan. «Es una de nuestras grandes preocupaciones, necesitamos un centro nuevo donde podamos disponer de entre 20 y 25 plazas para asistir a estas personas», precisa el director de Cáritas. «Nuestros recursos son muy limitados, por ello hemos puesto el proyecto en conocimiento de las instituciones, a ver si somos capaces entre todos», indica.