La Charca Musia se llama Musia porque un señor apellidado Musia tenía junto a esta charca de la carretera de Medellín una especie de posada que servía de punto de encuentro a los caminantes que venían de Aldea del Cano, Arroyomolinos, Montánchez y Alcuéscar y antes de entrar en la ciudad hacían parada en la pensión. A la Charca comenzaron a llegar los primeros vecinos hace 60 años, un tiempo en el que han reclamado obras de mejora que nunca llegaban porque el polígono industrial y residencial se levantó en suelo no urbanizable.

Ahora, listo por fin el Plan General Municipal, se abre la vía de la legalización y con ella los gastos que los vecinos deberán afrontar si quieren que el proyecto de reparcelación se lleve a cabo. La primera reunión para abordar este asunto se celebra mañana, a las ocho de la tarde, en el Instituto Al-Qázeres. En ella la junta directiva de la Asociación de Vecinos La Unión de Charca Musia deberá comprobar el número de propietarios que van a asumir y aceptar ese proyecto así como su participación en los gastos que conlleve esa urbanización tantas veces reclamada al ayuntamiento.

La Charca vivió un proceso semejante en 1981-1982 cuando se realizó la primera urbanización del polígono, que acometió entonces el paro comunitario. Los propietarios pagaron un 75% de los materiales de la obra, cifrada en 4 millones de pesetas, aunque hubo una aportación de 2 millones de pesetas del ayuntamiento y una subvención de la diputación del 46%. Se puso una tubería de agua potable, alumbrado y la primera calle que se asfaltó y a la que se le puso el acerado fue Océano Atlántico.

Para que el ayuntamiento se haga cargo ahora del mantenimiento del polígono debe recibirlo en perfecto estado de urbanización y esa urbanización la deben costear los propietarios, esa es al menos la teoría. La práctica es que el consistorio, puesto que también tiene parcelas en Charca Musia y en el ánimo de colaborar con los afectados, ha ofrecido sus técnicos así como la redacción de proyectos para que el coste no sea tan elevado, según indicó ayer Borrego. Hace unos años un ingeniero de la diputación hizo un estudio sobre cuánto podría costar esta urbanización. Se estimó en 6 millones de euros, pero hablar en este momento de esa cantidad es precipitado puesto que aún no se ha definido el importe exacto a la espera de iniciar las conversaciones con el gobierno municipal.

Ahora en Charca Musia viven 50 familias y hay un censo de 350 propietarios. Juan Borrego, presidente de La Unión (asociación creada en 1979) asegura que en el barrio estaban "deseando que se aprobara el PGM". Indica que la asamblea de mañana será una primera toma de contacto. Borrego explica que los vecinos deberán aportar el dinero "con arreglo a los metros cuadrados que tengan de cada parcela", aunque no supo precisar la cifra exacta. Por ello se les ha pedido que acrediten los correspondientes documentos del catastro "para que el reparto sea más equitativo". Respecto a la posibilidad de que la administración colabore, el presidente señala que en ese sentido aún no se ha iniciado trámite alguno. "Queremos dar este primer paso porque el PGM está ya en marcha y nos toca actuar a nosotros".

Charca Musia se enfrenta ahora a unas obras que la transformarán, a una reconstrucción en toda regla: nuevo colector, pavimentación, alumbrado. Y sus vecinos verán resueltas así sus reivindicaciones, como Luis Casillas, que nació en Hoyos en 1938 y que llegó a Cáceres años después al quedarse huérfano de madre e ingresar en el colegio San Francisco. A los 14 aprendió el oficio de tipógrafo cajista y a los 18 entró en la imprenta provincial.

En los 60 se fue primero a Bilbao y después a Hannover (Alemania) donde estuvo 4 años en una fábrica de papeles pintados. De vuelta a Cáceres regresó a la imprenta donde terminó como corrector de estilo. En 1968 compró una parcela de 200 metros cuadrados en la calle Mar de Mármara. Los baches le atosigan a él y a los vecinos. Aunque parece que ya por poco tiempo.