Con el cuerpo aún en Cáceres y la cabeza en Albacete, el obispo Ciriaco Benavente prepara ya la maleta antes de tomar posesión el próximo 16 de diciembre de su nuevo destino en la diócesis manchega. Tras más de 14 años al frente de la de Coria-Cáceres, el sacerdote reflexiona en esta entrevista realizada en el obispado sobre su futuro y temas de actualidad.

--Un traslado a 550 kilómetros de casa no parece ni una mejora ni un ascenso...

--No me planteo si es ascenso o descenso. A veces he trasladado a sacerdotes de una parroquia más grande a otra más pequeña porque era necesario o de otra más pequeña a otra más grande según las necesidades. Estos son los criterios que funcionan normalmente.

--Porque un obispo no puede negarse a un traslado...

--Yo podría haber renunciado. Si voy es porque he dado la aceptación, lo que pasa es que estoy a disposición de la Iglesia. Si me dicen mañana que en lugar de irme allí me vaya a Ciudad Rodrigo, hubiera ido encantado. Solo pido que tenga sacerdotes y que haya clero. A veces agobia lo de los nombramientos cuando falta personal.

--¿No deja una iglesia en la que faltan jóvenes? ¿Qué es lo que está fallando?

--No es algo que afecte solo a la Iglesia o a las parroquias. También se quejan otras instituciones. Es verdad que tenemos grupos de jóvenes majos y comprometidos, pero una masa muy importante distanciada de la Iglesia. Hay un contexto cultural que hace difícil que se acerquen a vivir una experiencia religiosa. Sí les digo que hagan la prueba, no desde los tópicos sino por dentro. Los que lo han hecho están felices y comprometidos.

--¿No le preocupa que sigan faltando curas jóvenes?

--Es una de mis preocupaciones más importantes y más en una perspectiva de futuro.

--¿Cómo se puede resolver?

--Arrastramos una cultura de presencia del cura. En cada pueblo, aunque sea pequeño, tiene que estar el párroco. Hay que cambiar de chip. Luego, quizá y aunque nos hemos esforzado y tenemos mucha gente que colabora, no hemos sabido compartir muchas responsabilidades que pueden hacer perfectamente los seglares. Excepto celebrar misa, el sacramento de la penitencia, confirmar y la unción de enfermos, todo lo demás lo pueden hacer los laicos. Si Dios quiere, el próximo curso habrá tres curas nuevos en la diócesis.

--¿Qué radiografía hace de la ciudad que encontró hace 15 años y la que deja?

--Ha tenido una expansión asombrosa y muchas mejoras en otros aspectos. En ese sentido, Cáceres ha sufrido un cambio muy importante. Sigue siendo una ciudad donde se mantiene, desde el punto de vista religioso, una solera en mucha gente cristiana muy importante. Es abierta, muy agradable para vivir y estar y, desde luego, con un encanto en su parte antigua única.

--¿Hacen falta cambios en los que la dirigen?

--De eso tendrán que pronunciarse los ciudadanos.

---Usted también lo es...

--Me he llevado muy bien con todos los dirigentes, no solo manteniendo unas relaciones institucionalmente correctas sino incluso hasta amistosas, tanto con quienes estuvieron de un partido como quienes están ahora. Espero que los ciudadanos acierten en la persona y que el que sea, siga trabajando por esta ciudad.

--¿Un obispo puede resolver los problemas de la gente?

---A veces acuden muchas personas que han agotado todos los recursos. Lo que hago es acogerles. Si desde nuestras instituciones podemos echarles una mano, se la echamos. Si puedes intentar que las instituciones públicas les atiendan, uno lo hace. Recuerdo que en una ocasión le dije a un alcalde: "No sé si tendríamos que poner a medias una agencia de colocación". Les digo que no busquen tampoco recomendaciones en mí porque no tengo y puede dañar a otro que a lo mejor tenía más derecho.

--Ha vivido de cerca el fenómeno del botellón . ¿Es producto de la falta de ofertas de ocio?

--Sufrí el botellón en el obispado por ruido y suciedad y cuando venía tarde encontraba dificultades para entrar en casa. Ahora ya no. Tampoco me opongo a que los jóvenes se diviertan, gocen de la vida y tengan sus espacios. La verdad es que nunca he entendido el fenómeno del botellón como tal. Me gustaría que hubiera un ocio más creativo, que no tuviera que identificarse con la noche, que es como buscar la clandestinidad y, además, es crear dos sociedades: una que funciona de día y otra de noche.

--Cuando el Nuncio del Papa en España le pregunte, ¿a quién va a recomendar como nuevo obispo?

--No voy a decir nombres, pero sí pienso ya en personas muy valiosas y que ojalá, si me hacen caso, estoy seguro que serían una gracia para esta diócesis.

--¿Esas personas valiosas son de la Diócesis de Coria-Cáceres?

--Pueden ser o no de esta diócesis. ¿Por qué no también de nuestro ámbito de Extremadura?

--Todos coinciden en que debería conocer bien la diócesis...

--Si la conoce, mejor que mejor, porque ese trabajo ya lo tiene hecho. Yo no conocía muy bien la diócesis cuando vine. No es bueno llegar con la idea de que se conoce. Creo que se conoce cuando se van pisando pueblos, tratando y hablando con la gente. Lo importante es que sea alguien con capacidad para conocer, acercarse y servir a la gente .

--¿Cuál es su asignatura pendiente en lo material?

--Me hubiera gustado dejar el seminario con más seminaristas, ahora hay entre 8 y 10 en clases en el mayor, y también haber hecho alguna otra parroquia más en Cáceres porque, inauguras una y, al poco tiempo, hay habitantes viviendo ya a un kilómetro.