Además del concepto local de la ciudad feliz , existe en filosofía el concepto universal de la cultura feliz , que es aquella que narcotiza, impide pensar, nos vierte hacia fuera y nos sumerge en un disneyworld artificial y perpetuo. En su libro La conquista de la felicidad , Bertrand Russell aconseja que para ser feliz es bueno fijar la atención en objetos externos, no en el yo ni en las circunstancias personales porque los disgustos más destructivos son los que nacen del disgusto por uno mismo. Trasladado al ámbito colectivo, Cáceres sería una ciudad russelliana ejemplar por su capacidad histórica para ser dichosa escapando a su propia condición periférica y marginada, por su facilidad para encontrar en todo momento distracciones externas.

Esa gente tan divertida

La ciudad feliz está habitada por lo que el profesor Bernardo Díaz Nosty llama esa gente tan divertida . Díaz Nosty es catedrático de Comunicación en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. El pasado miércoles participó en una mesa redonda en Mérida donde expuso su teoría sobre la realidad mediática española.

Explicaba el profesor que en España existe, por un lado, una prensa escrita editada en Madrid que transmite una realidad muy polarizada: España está al borde del abismo o España es un país estupendo. Luego está la prensa regional, que suele ser autocomplaciente: aquí no tenemos problemas, estos de Madrid están locos y, además, nosotros (sobre todo los del norte, vascos, catalanes, gallegos), somos los mejores. Quizás falte en este análisis la visión de la prensa del sur, a veces más autocrítica (por ejemplo este periódico) con lo cercano.

Pero es que hay un dato fundamental: en el sur no se leen periódicos, en el sur se ve la televisión. Los datos son demoledores. Andalucía, Extremadura, Castilla la Mancha, Comunidad Valenciana, Murcia, Ceuta y Melilla son la gran reserva demográfica de España con 17 millones de habitantes. Pero mientras en estas regiones el índice de lectura de periódicos oscila entre el 30% de la población de Murcia y el 22% de la de Castilla la Mancha, en el Norte, Asturias, Cataluña, Cantabria y el País Vasco superan el 54%, Galicia llega al 50% y Aragón pasa del 40%.

En cuanto al consumo de televisión, en el sur, más del 90% de la población dedica cada día 221 minutos a ver la tele. En resumen, en España, de los 15 millones de lectores diarios de periódicos, sólo algo más de cuatro son del Sur, mientras que de los 33 millones que ven la televisión, 16 son del Sur. Es decir, el norte lee periódicos que, como toda lectura, favorecen la introspección; mientras que el sur mira la tele.

Los programadores de las cadenas programan pensando en el espectador sureño de Cáceres, Sevilla o Murcia, a sabiendas de que si consiguen atraer a esa gran masa de público potencial, habrán triunfado. Y programan fomentando el único valor colectivo nacional que hoy por hoy identifica a todas las autonomías: el mundo rosa y farandulero.

La ciudad feliz participa claramente de los hábitos culturales del sur: mucha televisión y poca prensa, muchos minutos de Aquí hay tomate , Gran Hermano y Mira quien baila y la décima parte de lectores de periódicos que Finlandia, la cuarta parte que el País Vasco y la mitad de la media española.

El profesor Díaz Nosty cerraba su intervención en Mérida pronosticando que las sociedades que no refuerzan su identidad cultural, "se hacen permeables a la cultura feliz". Certero diagnóstico para Cáceres y tres recetas urgentes contra el virus: prensa regional crítica, más lectura de periódicos y una televisión que escape de la farándula nacional y profundice en las claves identitarias de la ciudad y de la región, una televisión introspectiva, aunque ello nos aleje de la felicidad russelliana.