El Juzgado de Lo Penal Número 2 de Cáceres ha condenado a un hombre a cinco años de cárcel por los delitos de violencia física y psíquica habitual, amenazas continuadas y violencia de género a su pareja de hecho, con la que convivió seis años en Portugal, Alcántara y Piedras Albas, y tuvo dos hijos. El fallo prohíbe también a Adelino C. R. a aproximarse a la mujer y a su madre durante los próximos diez años, según el cómputo de todos los delitos.

La sentencia del tribunal considera probado que desde que comenzaron a convivir al quedarse embarazada la joven, que por aquel entonces tenía 17 años, "fue sometida a un trato humillante, degradante y vejatorio" por parte del acusado, impidiendo también que visitara a sus familiares y controlando las salidas y entradas de la casa.

El juez expone que, "de modo habitual, Adelino C. R. le propinaba patadas y bofetadas, incluso puñetazos en los ojos", insultándola reiteradamente, hechos que la víctima de los malos tratos "nunca denunció por el temor que sentía hacia el acusado". La sentencia considera probado también que el condenado llegó incluso a amenazarla con una navaja en presencia de sus dos hijos pequeños. En una de las agresiones ocurrida en septiembre del 2009 en la localidad de Piedras Albas, le lanzó un cuchillo, que no llegó a alcanzarla, aunque la arrastró por el suelo cogiéndola por los pelos.

PETICION DE AYUDA Después de estos incidentes, la joven decidió presentar una denuncia, requiriendo el auxilio de la alcaldesa, con la que acudió al centro de salud y la Guardia Civil. Debido a esta situación, sufre un trastorno por estrés postraumático con hipervigilancia, reexperimentación y aumento de la activación. Ese mes, el juzgado dictó un auto con una orden de protección integral de la víctima y prisión provisional para el acusado.

En su exposición de motivos, el juez estima que "lo que importa para el delito de violencia habitual no es tanto el número de agresiones sufridas por el sujeto pasivo, sino que la actitud desplegada por el autor degrada a quien es objeto de su actuación, o en otros términos, la permanencia del maltrato".

La víctima describió durante el juicio los malos tratos que sufrió desde el principio de la convivencia, incluso cuando estaba embarazada al recibir "una gran paliza que le dejó un ojo morado", aunque dijo que "no fue al médico por temor a represalias y las amenazas de matarla a ella y su familia con las escopetas que tenía el hombre en casa".

Su madre dijo al juez que sabía que su hija estaba siendo agredida, pero que ésta le decía que los hematomas se debían a caídas y otras circunstancias. El condenado también llegó a amenazarla "con pegarle tres tiros y que su hija le había aguantado tato porque le tenía pánico y terror puro".