El XIX Ciclo de Música Contemporánea del Museo Vostell Malpartida (coproducido este año, por primera vez, con el Centro Nacional de Difusión Musical) comenzó la semana pasada con gran éxito de público. Para esta edición, se han presentado dos propuestas muy diferentes cuyos principales nexos de unión han sido el respeto al espíritu vostelliano y una voluntad de difuminar fronteras entre géneros o disciplinas.

Para abrir boca, el inglés Aleks Kolkowski participó en dos jornadas consecutivas: primero, grabando en cilindro de cera a agrupaciones folclóricas de la región y, en la noche siguiente, ofreciendo un atípico concierto de música experimental con gramófonos, fonógrafos y discos de pizarra. Ambas facetas de su trabajo parecen tener sentido en un museo situado en un hermoso monumento natural, que atiende al mundo rural y que exhibe piezas de artistas del movimiento Fluxus, caracterizado también por su interés en las últimas tecnologías.

El sábado pasado, una curiosa ‘ópera sin voces’ compuesta por Alfredo Aracil e interpretada al piano por Juan Carlos Garvayo se presentó en una disposición museística que posibilitó que los textos y dibujos en movimiento de Alberto Corazón (uno de los más conocidos diseñadores de nuestro país y también fotógrafo, pintor y escultor) parecieran estar colgados en el museo junto a obras de George Brecht, Al Hansen, Yoko Ono o el propio Wolf Vostell.

La segunda semana de este ciclo de músicas exploratorias continúa tendiendo lazos entre diferentes ramas de la creación. Hoy, viernes 22, Juanjo Guillem, líder del emblemático grupo Neopercusión, presenta su concierto en las salas de la “Colección Wolf y Mercedes Vostell” y lo hace acompañado de los artistas visuales Javier Lozano y Ramón Mateos, contando además con la difusión electrónica de Iván Ferrer. El sábado 23 Carlos Bechegas interpreta flauta y electrónica.

Todo ello sucede mientras que en el Museo Vostell Malpartida todavía pueden visitarse dos exposiciones que igualmente apuestan por los caminos menos transitados del arte: la instalación sonora del vasco Mikel Arce y la exposición colectiva ‘Memoria y Anatomía del Territorio’, con arte procesual y documentación sobre happenings, performances o intervenciones en el espacio público.