Cuando proponemos jardines encima de nuestros edificios, nos miran como si de ciencia ficción se tratara sin preguntar los beneficios de este tipo de tejados. Pero esto, que suena a irreal, se lleva realizando desde hace siglos por su capacidad aislante, especialmente en climas severos. El último país que incorpora la obligatoriedad de este tipo de cubiertas es Francia aprobado por el parlamento justamente cuando tienen restringida la circulación de vehículos en París por exceso de contaminación.

La normativa gala obliga a los nuevos centros comerciales a utilizar estos tejados aunque permite sustituirlo por energía solar, siendo esta última obligatoria en España desde el año 2007. Los efectos de las cubiertas ajardinadas son innumerables; aísla, reduce el consumo energético en climatización, genera espacios verdes mejorando el medio y el hábitat de la fauna urbana, evita inundaciones por tormentas al absorber el 80% del agua de lluvia, reduce la contaminación atmosférica al actuar como sumidero de CO2 y la acústica al amortiguar los ruidos, protege de rayos UV y de cambios bruscos de temperatura y aumenta al doble la vida útil del elemento constructivo.

Pero hay un efecto fundamental para el bienestar de la ciudad en su conjunto; la reducción del efecto isla-calor, ya comentado en esta tribuna, que trata del incremento de la temperatura de la ciudad entre 1 y 3ºC respecto de su entorno rústico inmediato. Un verano soleado y seco puede provocar temperaturas superficiales de suelos y tejados de entre 27º y 50ºC más que la temperatura ambiente de día, siendo esta diferencia de 12 ºC durante la noche.

Debemos recordar que Francia no destaca por tradición de generación renovable, tiene una aportación de energía eléctrica por nuclear del 83% (2012), pero sí ha considerado la necesidad de realizar la transición hacia sistemas respetuosos con el medio ambiente. Tampoco se trata de un caso aislado; Suiza ya obliga a hacer jardines encima de los edificios y ciudades como Copenhague o Toronto ya tienen instalados 20.000 y 1,2 millones de m2 respectivamente. En el caso de la ciudad canadiense esta superficie ha ahorrado 1,5 millones de kWh. Mientras tanto, España poniendo trabas a las renovables.