Los novilleros cacereños Dani Morales y Emilio de Justo y el maño Daniel Cuevas finalizaron la temporada taurina del nuevo empresario Manuel Martín, con novillos de la ganadería pacense Cahoso, de Rufino Calero, con descendencia Algarra. Las reses, bien presentadas pero flojas para la lidia, no dieron juego a los toreros que, unas veces por la espada y otras por la fuerza, desilusionaron al público.

Dani Morales fue el mejor. Comenzó bien con el capote y un recital de quites variados que fue la premonición de lo que iba a ser la faena. Con la muleta en la mano izquierda realizó las mejores tandas de la tarde con clase y estilo, y con un toreo muy asentado, dejando muy buen sabor de boca. Sólo la espada le cerró la puerta grande. Seis pinchazos y una estocada le llevaron a una fuerte ovación.

Al quinto de la tarde, sobrero de la misma ganadería por ser devuelto al corral el que le tocó en suerte, le cortó una merecida oreja con una faena variada desde su salida, con ayudaos por alto estatuarios y bajando la mano lo que el toro le dejaba por su falta de fuerza. Le arrancó el trofeo con torería y arte. La espada entró después de un pinchazo.

Emilio de Justo sufrió la flojera generaliza de la ganadería pacense en el primero de la tarde. Hizo un brindis al cielo por el fallecido Antonio Sepúlveda Mojaco . Recibió al utrero por verónicas con su estilo, después vinieron los quites, de bonita ejecución, y con la mano izquierda realizó algunas tandas con clase. Estuvo bien, en general, pero quizás el respetable esperaba un poco más después de la gran temporada que está realizando este año. Si no llega a ser por la espada, que maneja bastante bien --ayer tres pinchazos--, seguramente se hubiera llevado más de un trofeo.

Su segundo novillo, fue el peor de la tarde, un manso zaíno que no pudo encontrarle el sitio. Lo intentó con las dos manos, pero la faena no acabó de cuajar y la espada tampoco le funcionó como nos tiene acostumbrado este año. Fuerte ovación fue lo único que recibió de los tendidos agradeciendo su esfuerzo.

Daniel Cuevas no convenció, incluso llegó a aburrir, acompañado por el matador de toros el Tato, que le brindó su último novillo, no encontró sitio en el ruedo. Acusó mucho la flojera de las reses, pero fue el mejor a la hora de matar.