A Daniel Mosquero, de 28 meses, le detectaron poco después de nacer una sordera profunda. Ayer ya jugaba con la grabadora del periodista, acercándosela a sus oídos en los que le implantaron el verano pasado por primera vez en Extremadura un doble implante coclear, técnica revolucionaria que permite recuperar la audición transformando las señales acústicas en eléctricas para estimular el nervio auditivo mediante un transductor.

Sus padres, Antonio Manuel y Juana, residentes en Badajoz, se mezclaban ayer en el hospital San Pedro de Alcántara con otros implantados y familiares en la fiesta organizada por la unidad de implantes cocleares, que desde el año 2000 ha logrado realizar 90 operaciones. Tras cinco horas en el quirófano y las consultas con el logopeda desde septiembre, Daniel "ha comenzado a estar en el mundo", explica su madre, optimista "porque el niño ya muestra cariño", mientras recuerda cómo antes ni siquiera se asustaba con los ruidos.

Gracias a unos audífonos conectados mediante una bobina al sistema implantado dentro de su cabeza, el pequeño ya ha empezado a percibir sonidos. "El mayor logro es que ya se los pone él solo", afirman sus padres, en los que ya se fija cuando le hablan. "Lo normal es que primero empiece a oír el entorno. Todo es nuevo para él y más en un niño que no oía nada de nada", subrayan.

Las expectativas de que Daniel pueda participar en una conversación en el futuro son halagüeñas, aunque se trata de un proceso muy lento. "Los resultados se ven a la larga", señala el padre, contento al menos con que su hijo ya se gire cuando le llama por su nombre y pida las cosas por si solo. "El implante coclear era la única solución. Nos costó decidirnos porque era todavía muy pequeñito", recuerdan.

Con un equipo formado, entre otros, por otorrinos, foniatras o logopedas, la doctora María José Lavilla, coordinadora del centro implantador cacereño, destaca el nivel europeo de las instalaciones situadas en la planta baja del hospital y la importancia de mezclar en la fiesta a pacientes implantados con otros que tengan sus mismas expectativas. De esta forma, la unidad pretende que conozcan las experiencias de otros casos similares para que tomen una decisión sobre si acceden o no al implante.

Pero no todos los sordos son candidatos a recibir esta técnica, ya que es necesario no escuchar por ningún oído y que los audífonos tampoco sirvan. Tras diversas pruebas, el paciente está en disposición de saber en qué medida recuperará la audición, paso previo a la cirugía.

Como un piano

Según detalla la doctora, se trata de un proceso "complejo" ya que hay que esperar un mes a que cicatricen las heridas para poner en marcha el implante. "Hay que conectar electrodo por electrodo para que el oído oiga unos ruidos que sean suficientes para oír pero que no le molesten", afirma, para poner un ejemplo muy gráfico: "Es como un piano. Hay que afinar las frecuencias graves y agudas". La rehabilitación posterior a la operación servirá para que el implantado empiece a reconocer ruidos de ambiente, palabras, frases y termine por captar una conversación.

Entre sus retos para el futuro, el centro se plantea extender esta técnica a recién nacidos sordos en los dos oídos, tras haberlo hecho inicialmente con niños de tres y dos años, y el año pasado con menores de uno. A Daniel ya están deseando escucharle hablar del cariño a sus padres.