Periodista

José María Saponi ha abierto el debate interno en torno a su relevo como candidato a la alcaldía cacereña dentro de, nada menos, cuatro años. Los más escépticos ante este anuncio ya le sitúan en primera fila cara a ocupar uno de los escaños del Senado, algo a lo que no renunciaría el propio alcalde si el partido se lo pide, tal como señaló hace unos días. Pero no sólo ha sido ésta la única renuncia importante esta semana. El que ha sido uno de los impulsores del asociacionismo en Cáceres, Raimundo Medina, anunció, a su vez, su marcha como presidente de la Agrupación Vecinal. Atrás quedan muchos años de gestión, con importantes logros pero también con asuntos pendientes que su sucesor deberá resolver.

En primer lugar, aún no se explica cómo una ciudad como Cáceres agrupa a una treintena de asociaciones que, de momento y salvo para cuestiones muy puntuales, no han unificado criterios a la hora de entablar negociaciones con el ayuntamiento. Aunar estos intereses se presenta más difícil cuanto más sean y más difícil será para los gobernantes conocer de primera mano los asuntos que más urgen de una solución. Saponi y Medina han compartido durante muchos años mesa y silla, acuerdos y desacuerdos; pero lo que está claro es que ambos han reconocido que su tiempo en lo que respecta a su liderazgo llega a su fin, para lo bueno y para lo malo. Habrá quienes no se crean aún que dos personas de peso en distintos ámbitos puedan pasar a un segundo plano. De hecho, el perfil que ellos mismos han cultivado durante muchos años obliga a pensar que su marcha será una marcha relativa.