En apenas dos semanas cambiaremos las agendas, rasgaremos la última hoja del calendario y pondremos punto y final a un año más. Como serpientes mudando la piel, nos haremos de nuevos almanaques y libretas, y correremos presurosos a rodear con un círculo aquellas fechas importantes que no deberíamos olvidar: cumpleaños, viajes, aniversarios, citas médicas, festivos, compromisos familiares y/o sociales, así como eventos de diversa índole que hayamos de recordar.

Por defecto, algunas de estas fechas ya vendrán señaladas por su reconocimiento nacional o internacional, pero la mayoría habremos de marcarlas nosotros mismos, planeando --inconscientemente-- parte de los meses que completan un año aún sin estrenar.

Al margen de nuestras efemérides personales, no hay día del año en el que no se conmemore algo diferente a nivel mundial. Ante nosotros se presentan otra vez 365 días nuevos, que, irónicamente, recorremos rememorando onomásticas de jornadas pasadas. Así vivimos un presente añejo, sin miras a un futuro propiamente dicho.

Llegará San Valentín que nos obligará al romanticismo ocasional; asomarán las fiestas populares, recordándonos que a veces divertirse no está de más; lloraremos aniversarios de fallecimientos, y aplaudiremos nacimientos, soplando aquellas velas que año tras año prometen deseos, sin garantías de cumplimiento ni hojas de reclamación. Días rodeados en nuestros anuarios, que, al tacharlos, pierden la fuerza con la que se les marcó.

¿Y por qué habría de ser así? Si dejamos el próximo calendario en blanco, como un libro nuevo por escribir, quizás descubramos que no hay necesidad de destacar una fecha para acordarnos que hemos de festejar, de reír o llorar. Que cada día puede ser año nuevo, un "día mundial" diferente al estipulado, con posibilidad de hacerlo propio. Así, no habrá acontecimiento social que nos haya de imponer "hacer o no hacer", sino que será la voluntad de cada uno la que impere en cada momento. Sería el 2015, pues, un año sin límites impuestos, sincero, con propósitos reales sin comisión.