Paula, Ana, María José, Alba y Claudia son cinco amigas que estudian en Salamanca. Ninguna tiene más de 21 años. Las salmantinas están pletóricas tomando el sol junto a las tiendas de campaña que acaban de instalar en el ferial. A su alrededor hay latas de cerveza, calimocho y, escondida en algún lugar, la comida que traen de casa para coger fuerzas durante el festival. "Hemos venido a ver a Reincidentes y a los Delinqüentes", afirman, mientras calculan que su presupuesto para el fin de semana, entrada incluida, rondará los 80 euros.

La postal que componen juntas es un fiel reflejo del fenomenal ambiente que se vivió a mediodía de ayer en el exterior del recinto hípico donde, a medida que fue avanzando la primera jornada del Extremúsika, se completaron los 20.000 metros cuadrados de las tres zonas habilitadas por la organización para la acampada.

A pesar de que el calor apretó durante buena parte del día, los ingeniosos carritos repletos de vino en tetrabrik, la cerveza y los refrescos sirvieron para mitigar los más de 25 grados que se registraron a las tres de la tarde en el ferial. "Hace falta un poquito de sombra y más servicios", reclamaba Ana, de Ponferrada, del grupo de las salmantinas .

Para todos los gustos

Muy cerca de ellas está José Javier Gómez, un joven madrileño de 21 años vestido de negro por entero, que ha pedido permiso en su trabajo nocturno para poder estar en el festival. "Espero que sea divertido. Lo importante es estar juntos", dice junto a un grupo de amigos de Cáceres y Madrid con los que está montando varias tiendas de campaña. "El cartel es guapo y hay buenos grupos", añade. Su presupuesto para todo el Extremúsika está entre los 100 y 150 euros.

Entre el público del festival también hay punks, heavies , pijos disfrazados y otros indefinidos que deambulan por el recinto con el mini de calimocho o de cerveza en la mano. En las barras, la caña está a dos euros, el cubata a seis; los minis de cerveza o calimocho a cuatro y el de cubata, a 10 euros. A mediodía estaban prácticamente vacías. Dentro y fuera del hípico, hay restaurantes móviles de comidas del mundo y, junto a los escenarios Extremúsika-Cadena 100 y Sol Música, está la gigantesca carpa rodeada de arena de río. La vigilancia privada es numerosa y está apoyada en los accesos al ferial por agentes de policía local y nacional. Extremúsika ha transformado el recinto cacereño en el gran cámping del buen rollo .