Para preparar una clase he vuelto a leer el cuento de ´El patito feo´. Ya saben, aquel patito que había salido de uno de los huevos de una nidada de patos que resultaba tan diferente al resto de los patos que causaba la risa. Le consideraban feo y ningún pato quería relaciones con él. Tanto fue el desprecio que sintió que acabó por huir de casa.

Esta suele ser la parte del cuento que la gente más recuerda y aplica, pero hay una segunda parte. En su deambular, el patito entró en contacto con un grupo de cisnes que, para su sorpresa, no hicieron ningún gesto extraño ante su presencia ni hicieron ademán de excluirle de su compañía. Se sintió tan cómodo entre los cisnes que acampó junto a ellos y pasó a formar parte del grupo. Un buen día se miró en un estanque y descubrió que no era un pato sino un cisne como los que estaban su alrededor. Unos niños que jugaban en su entorno le vieron como el más bello de los cisnes.

A veces estamos obsesionados con el concepto que puedan tener los demás sobre nosotros. Probablemente la gente pasa de nosotros y se preocupa de nuestra apariencia tanto como nosotros de la suya. Es decir, muy poco. Por otra parte, quizás exageremos, tanto si sus opiniones nos parecen favorables como si se prevén desfavorables.

También es difícil averiguar cómo influye en cada persona esa visión negativa por parte ajena. Pero sea lo que fuere de todo ello, en realidad poco importa lo que los demás piensen de nosotros.

Porque la percepción que tienen los demás puede estar equivocada, ser interesada o influida por diversos sentimientos. Lo verdaderamente importante es cómo somos en realidad. De ahí la importancia de encontrar un estanque en el que veamos reflejada nuestra auténtica personalidad. Es imprescindible tener una sensata autoestima.