Hostelero en Bakery, pastelería de la calle Rodríguez Moñino, Alfonso Rico Tobías habla en esta entrevista sobre la devoción a la Virgen de la Montaña y la capacidad de abstracción que tiene el santuario.
--¿Qué opinión le merece la devoción que existe por la patrona de Cáceres?
--Desde el respeto me parece una tradición que ante todo está muy arraigada en Cáceres. De todos modos creo que se debería acudir a verla más a menudo en lugar de todo el boato que vivimos durante estos días.
--¿Usted acude con frecuencia al santuario?
--Sí. Suelo ir como mínimo una vez a la semana. Me gusta mucho el paseo hasta el santuario. Pero además voy acompañando a mi madre, Guadalupe, que siempre sube al santuario de la Virgen.
--¿Entonces su madre tiene fe?
--Mi madre lleva cerca de 40 años dándole un beso todas las noches a la estatua de más de 4 metros de San Pedro que hay en mi pueblo, en Alcántara. Y todas las noches coge hojas del rosal que hay al lado.
--¿Y qué le atrae de la devoción?
--Veo especialmente la huella y la riqueza cultural, el entorno. Me parece muy interesante.
--¿Qué recuerdos le trae la Virgen de la Montaña?
--Cuando subíamos de críos que veníamos del pueblo a ver a mis tíos. Era de obligado cumplimiento acudir al santuario. Venir a Cáceres era ir a comprar y ver a la Virgen de la Montaña.
--¿Por qué le gusta el santuario?
--Porque es un lugar donde te abstraes de los problemas cotidianos. Estuve cerca de dos meses con mi padre en el hospital y entonces subía todos los días, aunque no entrara a ver a la Virgen aquello me ayudaba, me relajaba.
--¿La presencia de la Virgen en Santa María repercute en la hostelería?
--Se nota mucho y el sector lo agradece por el aumento de clientela.