La capacidad para soportar el calor y de sobrevivir con lo poco que tienen fueron las dos cosas que más llamaron la atención a Ramón Delgado, que estuvo diez años como misionero en Dapaong, ciudad de la nación de Togo, en el Africa subsahariana. "La gente es muy buena, ellos no tienen nada pero, si ven que necesitas algo, lo suyo es tuyo", dice. No tienen electricidad ni agua corriente, la poca agua limpia que hay la utilizan solo para cocinar. Y es que Togo es una zona desértica, donde solo llueve cuatro meses al año, el resto del tiempo tienen que buscar agua para evitar que los animales se marchen (el 90% de la población vive del campo). Manos Unidas colaboró en la construcción de una escuela en esa zona, en la que también reciben ayuda de Cáritas, sobre todo para comprar material escolar y ropa.