El pleno del ayuntamiento ratificó el pasado jueves la aprobación definitiva de la modificación del planeamiento que permitirá que en la casa de Vargas Figueroa se haga un restaurante, un centro cultural y un albergue con treinta camas, dotaciones por cuya explotación ya se han interesado empresas. Esta reforma es la más importante de las previstas en la parte antigua, dentro del ámbito del plan especial. Solo está por encima por su inversión y valor la de la ampliación del centro de artes visuales Fundación Helga de Alvear, que ya está en ejecución y que también necesitó de una modificación del planeamiento. La inversión en la casa de Vargas Figueroa coincidirá en el tiempo con la que se acometerá en centros turísticos municipales con fondos europeos y del ayuntamiento.

La reforma la promueve la Congregación de Misioneros de la Preciosa Sangre, propietaria del inmueble que está en las traseras de la casa del Sol. La casa de Vargas Figueroa es uno de los cuatro edificios que forman la manzana y da a la esquina de la cuesta de la Compañía con la calle del Mono. La inversión para adecuarlo a sus nuevos usos la financiará la congregación, su coste se estima en 1,5 millones y se calcula un plazo de ejecución de 18 meses.

Felipe Sáez, asesor de la congregación y de la Fundación Gaspar del Búfalo, explicó el pasado martes que hay varias empresas, autonómicas y de ámbito nacional, que se han interesado tanto por la explotación del restaurante como del albergue. Sáez no dio nombres y recordó que la intención inicial es que la fundación, que está vinculada a la congregación, explote directamente el albergue al que se pretende dar un contenido social, «llevar a cabo actuaciones sociales para cumplir los fines de la fundación».

El plan especial afecta al recinto intramuros y al casco viejo. Su modificación incide en la manzana que forman la casa del Sol, la casa del Mono, la casa de Durán de la Rocha y la casa Vargas Figueroa. La nueva intervención se acometerá en la última. El uso predominante en la manzana seguirá siendo el cultural, pero con el cambio se permiten utilidades complementarias como la de pequeño comercio, oficinas, recreativa para restaurante y albergue.

Sáez explicó que la reforma parte de la idea de «dar utilidad a una casa emblemática» y acometer una inversión inicial con la intención de «traer retornos que nos permitan seguir invirtiendo en la misiones pastorales» de la congregación. La empresa que se quede con el restaurante pagará un alquiler o renta e igual la que explote el albergue si finalmente no lo gestiona directamente la Fundación Gaspar del Búfalo.

Esta modificación es una de las muchas en un plan especial que se ha quedado obsoleto, es de 1990. Los cambios más destacados son el de Mira al Río, que permitió ampliar la calle, el de la plaza de San Mateo, para el hotel de Atrio, y el de Camino Llano y Pizarro para el Helga de Alvear.