Es el ministro Moratinos un andaluz escasamente saleroso, de aire bonachón, andar inseguro y cara de no haber roto un plato. Lo que desconocíamos era su capacidad para meterse en charcos y enfangarse en ellos. Su decisión de respaldar a pecho descubierto a Córdoba para ser capital europea de la cultura es un error político de bulto. Nunca antes un jefe de la diplomacia española había sido tan escasamente diplomático. Como miembro del Gobierno ni debe ni puede decantarse por candidatura alguna, porque el apoyo a Córdoba lleva implícito un menosprecio a Cáceres y Málaga. Los cacereños, por tanto, esperamos que Zapatero o Carmen Calvo pongan las cosas en su sitio y dejen que un comité de sabios elija en su momento. De lo contrario, habría que pensar que algo huele mal en este proceso.

* Periodista