Quién dijo que casarse por la Iglesia es caro? El Papa, en su viaje a Chile y Perú nos ha demostrado que no hacen falta vestidos ni esmóquines, suntuosos ramos y centros de flores, cientos de invitados o convite por todo lo alto.

En pleno vuelo, con padrinos improvisados, en traje de faena, así casó el Papa Francisco a Paula y Carlos, dos miembros de la tripulación del avión que lo llevaba a Iquipe, Chile. Sólo hace falta amarse, querer formar una familia ante Dios y con Dios y pronunciar el sí quiero. Lo demás es accesorio.

No es caro, está claro. Lo malo ahora es hacer entender que lo que ha hecho el Papa es una excepción, que sólo él, como sumo pontífice, se puede permitir. Porque las primeras protestas no vienen por poder renunciar a todo lo que esta sociedad de consumo casi que nos impone como de obligado cumplimiento para celebrar las nupcias. La picaresca rápidamente va a querer saltarse la preparación al sacramento, o sea, lo que se conocen como los cursillos prematrimoniales, o ni siquiera pasar por vicaría para cumplimentar el expediente. Recuerden que en España el matrimonio por la Iglesia tiene efectos civiles, por tanto, hay que cumplir con todo lo que estipula la ley, para que no haya irregularidades, de las cuales siempre sería CARresponsable el que investiga y firma la idoneidad de los cónyuges.

Con todo, me gustaría que de este nuevo viaje no se quedasen sólo con la anécdota. Ni siquiera con que el Papa haya pedido perdón por los abusos de algunos eclesiásticos, cosa que no puede dejar de hacer. Sino que vayan a todo lo positivo que ha dicho: la necesidad de buscar la paz y la unidad con el diálogo, de cuidar nuestro planeta y afrontar el futuro con alegría y esperanza, estudiando y trabajando por la defensa de la vida, «vida que se base en el cuidado y no en la destrucción, fruto de nuestra avaricia».