El Mistura Brasileira, el bar que regenta Edinho Queiroz, es ya otra institución en el entorno del casco viejo. Suele participar en festivales con algunos conciertos, aunque cada vez menos. "Nos acribillan a multas cada vez que denuncia un vecino", asegura. Por eso dice que, "ahora, hacen música en directo los valientes o los inocentes". Cree que algunos, como Belle Epoque o ahora Aldana, han aguantado mucho tiempo con una programación más o menos continua haciendo equilibrios con esta situación irregular.

Queiroz reconoce que hay "un pacto no demasiado secreto de que mientras nadie se queje, tú puedes hacer actuaciones". A su juicio, las leyes son "obsoletas" tanto la de horarios como la que regula las licencias de los cafés concierto, pero considera que nadie se "pringa" por resolver el problema. "Nadie tiene agallas de acometer seriamente una regularización de la situación de estos locales. Ahora, con el problema de la sala Aldana, lo que va a pasar es que estaremos unas dos semanas hablando y discutiendo del tema, pero pasará como siempre, que no se hará nada de nada".

Esto, en su opinión, no hace más que perjudicar a la ciudad. "Podíamos tener una ciudad con más oferta cultural y lo que va a pasar es que cada vez habrá menos", aventura. "Es una pena para la ciudad. Van a conseguir que todos los bares sean unas tasquitas".