Existen palabras de hermoso significado que pasan a ser totémicas y en cuyo nombre se han cometido atroces crímenes como por ejemplo ‘la razón de estado’. En España se ha utilizado recientemente la palabra ‘gobernabilidad’ para llevar al gobierno al partido más corrupto de nuestra democracia y al presidente más sospechoso de connivencia con la corrupción. Ahora ese puesto lo ocupa la ‘estabilidad’. La estabilidad es una propiedad que tienen las cosas, las personas y las instituciones de permanecer durante mucho tiempo en su estado actual sin cambiar. Aplicado a la situación política y económica actual, si es que no son la misma cosa, significa que siga gobernando Mariano Rajoy y dirigiendo la economía el IBEX 35, que, debe ser por casualidad, son quienes la demandan.

Tampoco le disgusta mucho a los socialistas, que visto lo sucedido en Francia con la socialdemocracia y los líos en los que están engolfados prefieren rezar el ‘Virgencita que me quede como estoy’. Incluso Ciudadanos no le hace ascos pues todavía no tiene claro si debe ser una alternativa al Partido Popular o su apoyo. Quienes la repudian son los podemitas, que basan su éxito en el lío, de manera que cuanto más inestabilidad mejor caiga quien caiga.

Dudo mucho que pida tal estabilidad el joven contratado por horas o incluso minutos durante la Semana Santa en un bar. Es seguro que el jubilado no solo pida sino ruegue a los dioses que sea estable su salud, pero no creo que tenga los mismos deseos con la pensión. El PNV ha puesto su granito de arena para lograr la estabilidad, pero lo malo es que ese granito nos va a salir muy caro a los extremeños porque para empezar les rebajan el cupo, es decir, lo que pagan al estado por los servicios que les presta, en quinientos millones de euros, y les prometen más de tres mil millones para el AVE e infraestructuras.

Pese a que soy de letras sería capaz de echar las cuentas y calcular cuántos trenes rápidos tendríamos nosotros con esa cantidad y cuántos hospitales se podrían construir.