Julio Méndez tiene ahora 82 años y desde hace 13 vive en la residencia de mayores Cervantes, cuya titularidad es de la Junta de Extremadura. Asegura que se ha adaptado muy bien a la residencia. "Tienes que respetar horarios y normas, pero compensa". Méndez está separado y decidió solicitar una plaza en una residencia pública porque no contaba con demasiados recursos. "Tardaron tres años en concedérmela, pero era mi mejor opción".

Este residente se ha dedicado en su vida a trabajar en el campo, la construcción y en la hostelería, por lo que asegura que conoce a mucha gente, porque a pesar de nacer en Marchagaz, lleva 50 años viviendo y trabajando en Cáceres. "Cuando llegué al centro encontré a mucha gente conocida, así es que no me he aburrido nunca".

A la pregunta de qué hace con su tiempo libre contesta que cuando tenía menos años paseaba mucho por la ciudad, pero que ahora tiene que coger el autobús para todo, por lo que prefiere quedarse en el hogar de mayores de al lado a jugar la partida de cartas o al bingo. "No apostamos mucho dinero, pero lo pasamos muy bien". Antes participaba en los bailes que organizaba la residencia, pero ahora comenta que "las piernas ya no me responden", aunque dice que "ya bailé bastante cuando me separé".