Fútbol contra pobreza. Niños que aprenden a comer y convivencia, mucha convivencia. Todo esto y más ha logrado en favelas de Brasil la asociación Comité Ipiranga, oenegé con sede en Extremadura, gracias a la colaboración de instituciones y empresas de la región que han apoyado el primer campeonato internacional solidario celebrado en la ciudad de Foz de Iguazú, al sur del país en la triple frontera de Brasil, Argentina y Paraguay.

"El deporte es un elemento de cohesión social, que puede unir", explica María José López, de Ipiranga. La idea era incluir esta iniciativa dentro de las actividades que la asociación realiza en una zona deprimida de los arrabales donde viven alrededor de 150.000 personas. Durante tres días de agosto, 28 equipos de todas las edades tanto masculinos como femeninos participaron en el torneo, que permitió poner en marcha un programa para niños desnutridos. En este ciudad brasileña, Ipiranga ha abierto un centro de menores para que los niños puedan adquirir hábitos de comida y reciban atención sanitaria y educativa. En el norte del país también operan con un hospital.

Proyecto atractivo

De esta forma, el campeonato de fútbol solidario se planteó como el mejor vehículo para dar a conocer el trabajo de la asociación e implicar a las empresas e instituciones de Foz, entre ellas, el ayuntamiento. Los 160 participantes lucieron equipaciones que llevaban los nombres de la Diputación de Cáceres, los ayuntamientos de Almendralejo y Guareña, y el Festival de Cine de Cáceres. "Fue interesante porque concitamos el interés de la ciudad, salimos en los periódicos. Además, el deporte es un elemento de transmisión que provoca confraternización", recuerda López que. junto a su hermana Toni, han puesto en marcha la idea.

Entre las actividades paralelas también destacaron la celebración de una comida especial coincidiendo con la clausura del torneo, en la que los niños pudieron disfrutar de perritos calientes, uno de sus platos favoritos. "Para muchos también era la primera vez que tenían una equipación, con camiseta y pantalón, además se quedaron con ella", indica. Para el año que viene, la organización quiere llevar calzado deportivo.

Entre las anécdotas, a María José López no se le ha olvidado la imagen de los equipos escuchando los himnos de sus países o la emoción de Paulo McDonald, alcalde de Foz de Iguazú. También tuvieron protagonismo los padres, que colaboraron trayendo comida de sus casas o en la organización.

El centro de menores del Comité Ipiranga funciona en Foz de Iguazú con el apoyo de las fundaciones Padre Foucault y Alianza de Solidaridad. En esta zona, el tráfico sexual de menores y de armas es norma habitual. "Son lugares desestructurados. No hay infraestructura, ni saneamiento ni calificación urbanística. Muchos de los chavales no están registrados y no tienen acceso a la sanidad o las cestas básicas que da el Gobierno brasileño", recalca María José López, que explica que en el centro se les registra, da de comer y reciben clases. El fútbol ya ha conseguido hacerles felices.