Para que el color y la música de Womad brillen cada día decenas de personas trabajan a destajo desde la trastienda, cuyo único objetivo es que todo esté a punto para que las más de 50.000 personas que se espera pasen cada jornada por los escenarios del festival sientan que es el mejor en el que han estado nuca. Esa es su premisa, que la cultura se escriba con mayúsculas. El madrileño Miguel Gutiérrez se encarga del sonido. Está ubicado en un pequeño espacio en el centro de la plaza Mayor y desde ahí controla todo lo que suena en este espacio. «Trabajamos desde las ocho de la mañana para ponerlo todo a punto y una hora antes de comenzar las actuaciones se hace una prueba de sonido para comprobar que nada falle», señala. Lo hace con la mejor cara porque le entusiasma su trabajo en los festivales.

Las inglesas Jane Martínez, Lulu Cowley y Lin Popham están en el backstage, tratando de que a los artistas no les falte ni un solo detalle. «Nuestro trabajo es ser muy serviciales para que se sientan a gusto y las actuaciones les salgan genial», explica una de ellas. Llevan quince años en la trastienda de Womad Cáceres, ciudad de la que destacan su belleza. «Estar aquí detrás es muy divertido, vives el festival desde dentro», aseguran. Solo tienen un deseo para este año: «Que por fin el sol brille». Es lo único que falta porque Womad tiene luz de sobra.