A Mingliang Chen le cuesta expresarse en español. Apenas puede encadenar varias frases seguidas cuando se le pregunta por su vida en Cáceres. El es uno de los 82 miembros de la reducida comunidad china que, según el padrón municipal, residen actualmente en la capital cacereña. La cifra oficial más reciente, correspondiente al uno de enero de este año, arroja 47 hombres y 35 mujeres de origen chino empadronados en la ciudad, sólo un total de 12 más con respecto al 2003. Ahora, con la llegada de más inmigrantes, son la octava comunidad más numerosa.

En la tienda de ropa al por mayor de Mingliang, situada en la calle Reyes Huertas, las cajas están por todas partes y un gran número de prendas colgadas en las paredes. Es un local reformado en el que hay sobre todo montones de vaqueros, chándales y ropa de niño. "Compramos en Madrid y vendemos principalmente a otras tiendas y mercados", acierta a decir el responsable del establecimiento mientras lee un periódico chino. Lleva dos años con la tienda abierta y responde, con dificultad, que está contento de vivir en la ciudad.

Su historia puede servir de ejemplo reciente para demostrar que Cáceres es un territorio amigo para la inmigración china. También Xiao Qun Chen puede dar fe de ello. Este simpático empresario regenta dos negocios: de comida china en Los Fratres y un bazar en la avenida Virgen de la Montaña.

Negocios familiares

La mayoría de los diez trabajadores de ambos locales pertenecen a la misma familia. Llegaron hace siete años y, como reconoce Xiao, "nunca pensé que la gente de Cáceres fuera tan buena. Es muy agradable y simpática". Familiares suyos tienen también negocios en Navalmoral, Don Benito, Villanueva, Mérida y Almendralejo.

Sin embargo, este empresario, al que sólo le queda un abuelo en China, echa en falta una asociación que aglutine a sus compatriotas en Cáceres. Afirma que cada uno funciona por su cuenta y que ni siquiera se unen puntualmente para celebrar tradiciones como el año nuevo chino a principios de febrero. "No hay contacto entre nosotros", reconoce.

En las estadísticas tampoco figuran el número de negocios regentados por chinos en la ciudad. En el registro de la Cámara de Comercio no aparecen las licencias por nacionalidad sino por actividad, aunque la hostelería se lleva la palma con siete restaurantes situados en distintos puntos de la capital. Pero la fiebre china también se traslada a los bazares, entre los que destacan los ubicados en las avenidas Virgen de la Montaña y Antonio Hurtado. En éste último el reguero de público es continuo a mediodía, aunque las reticencias de sus jóvenes trabajadoras son grandes cuando se les solicita una fotografía en la tienda.

Todo lo contrario ocurre en el restaurante de Antonio Hurtado, propiedad del misma familia que regenta el bazar. El dueño ha viajado a China y es su hijo, Hao Hua Zheng, de 26 años, quien responde a las preguntas. Esta familia, que ha abierto dos restaurantes, llegó a la ciudad hace casi 20 años procedente de Madrid y Valladolid. En 1987 abrieron el primer establecimiento en Virgen de la Montaña y luego ampliaron su oferta con otro en Antonio Hurtado.

Hao Hua, que lleva 17 años en Cáceres y habla un perfecto español, afirma que se han adaptado muy bien, aunque los consumidores de comida china han bajado por la competencia.

El joven chino también cree que sería bueno que se creara una asociación que aglutinara a la comunidad china porque, dice, "nos conocemos todos y hay veces que coincidimos, aunque no hay relación entre nosotros". En su ciudad, cerca de Shangai, sólo le quedan sus abuelos y la esperanza de poder seguir viajando cada dos años como hasta ahora. Son las caras de una comunidad trabajadora que se ha instalado sin ruido, la imagen del mestizaje que falta por venir.