Hay días festivos muy aburridos. Por ejemplo, el día 1 de enero. No hay prensa, los bares no abren hasta pasado el mediodía y la gente permanece en la cama hasta muy tarde para descansar del trasnochar obligado por el cotillón o la tele. Claro que la tarde se arregla con las visitas familiares, el paseo por Cánovas y el cine. El Sábado Santo lleva parecido camino. Sin prensa, sin actos especiales. Menos mal que las procesiones llenan el anochecer.

Aunque parezca paradójico, el día más aburrido del año corresponde al 8 de septiembre. Y digo paradójico porque se trata del Día de Extremadura. Según dicen. Parece que esa festividad solamente corresponde celebrarla a Mérida y a Guadalupe, porque en Cáceres ni se nota. No es que sea necesaria una declaración institucional del ayuntamiento, que si los grupos no se ponen de acuerdo en consensuar un texto tan sencillo ya me dirán ustedes en qué se van a poner de acuerdo. Y no es necesaria porque nadie la lee. Pero sí parece necesario programar algún acto para celebrar este evento. Por ejemplo, un acto cultural, una exhibición de bailes regionales, un mercado regional, un simposio, un acto político... Nada. El ciudadano saca la impresión de que a los políticos solamente les interesa salir en la foto del acto de relumbrón del teatro romano y de la misa de Guadalupe y dejarse ver por los respectivos jefes. Porque acompañar a los extremeños en la interiorización del concepto de región, ayudarles a comprenderla mejor y a quererla más les trae al pairo, por más que se les llene la boca con el nombre de Extremadura. Naturalmente, es impensable que en Cáceres se programen tales actos sin la iniciativa oficial, pues desgraciadamente estamos ayunos de cualquier atisbo de sociedad civil.