Frío. Esa fue la palabra que sirvió para definir durante las primeras horas la acogida a la nueva pista de hielo instalada en la plaza de toros de la ciudad. Frío, a pesar del modesto incremento de las temperaturas y de los imprevistos rayos de sol que iluminaban el coso taurino en la mañana de ayer. Frío, por la decena de personas que se aventuraron a ser los primeros en probar el hielo, a resbalar, a caerse, a sentirse ridículo ante la mirada de la otra veintena de curiosos que se acercaron antes de comer a visitar la novedosa instalación.

La suerte cambió al mediodía, una vez terminada la semana laboral para la mayoría de los cacereños y después de que el sol hubiera dado la alternativa a un cielo de tonos grises y negros. A pesar de la persistente amenaza de lluvia, los padres se decidieron a acompañar a sus hijos, estos animaron a sus padres, a los curiosos les entró la envidia y, al final de la jornada, unas 250 personas se habían atrevido a calzarse los patines.

"Para ser el primer día, todo ha ido bastante bien. A primeras horas de la tarde hemos tenido colas y la afluencia ha sido buena", destacó la responsable de la pista, María Molino. Incluso hubo algún turno, de 45 minutos cada uno y con capacidad para 50 personas, que estuvo a punto de estrenar el cartel de no hay billetes .

Pero si el frío fue una constante, las caídas se convirtieron en un denominador común. La peor suerte fue para un joven de unos 25 años, que tuvo que ser atendido por el 112 por un fuerte golpe en la pierna.

Charcos en la pista

Si entre los intrépidos había pocos que ya dominaban el arte y muchos que trataban de aplicar en el hielo su habilidad con los patines en línea, la pista complicó las cosas. Los charcos del día anterior comprometieron más la inestabilidad de los atrevidos usuarios.