Dos generaciones de guitarristas flamencos, representadas por el joven cacereño Javier Conde y el veterano Rafael Riqueni, se sucedieron anoche sobre el escenario del Gran Teatro en la primera cita del Festival Flamenco de Cáceres, que cumple su 31 edición. Los dos tocaores arrancaron bravos , olés y efusivos aplausos del público, unos 300 espectadores que no llenaron el aforo del teatro (635 butacas).

Javier Conde (Cáceres, 1988) fue el primero en actuar. Ofreció nueve piezas, entre ellas una rumba propia (Herencia ) tocada con el acompañamiento de su padre José Antonio Conde y el bajo Rubén Rubio. El guitarrista, ganador del Bordón Minero en el último festival del Cante de Las Minas, el más prestigioso del flamenco, agradeció con unas breves palabras a la Peña Amigos del Flamenco, organizadora de la cita, la oportunidad de tocar ante sus paisanos.

Rafael Riqueni (Sevilla) le sucedió en el austero escenario. El veterano tocaor , un nombre propio del flamenco y que ha trabajado con artistas de la talla de Enrique Morente, se saltó el programa previsto para su actuación e improvisó un nuevo repertorio con piezas inspiradas en la música andaluza que abrió con una seguidilla.

Riqueni actuó anoche por primera vez en Cáceres. En su presentación ante el público cacereño, elogió la trayectoria de Conde, al que calificó de "virtuoso" situándolo a la cabeza de los músicos de su generación. "Me recuerda mi adolescencia y juventud", reconoció. De hecho, los premios obtenidos por Conde recuerdan los que recogió el propio Riqueni en sus inicios.

La actuación conjunta de ambos cerró la noche de la guitarra del festival, que celebrará su segunda cita el 12 de noviembre.