Pasamos el uno de enero, el dos de febrero, el tres de marzo y el cuatro de abril (sigan ustedes contando/cantando), y llegamos a un siete de julio, en el que Pamplona nos parece buen destino y “la bota” mejor compañía. Lo del chupinazo se lo dejamos a los profesionales, y aguantamos estoicos frente al ventilador, mientras intentamos conciliar el sueño perdido durante la noche por el calor. Pero las siestas son cortas, las tardes largas, y las usuales reformas veraniegas de los vecinos interminables.

Los estudiantes preparan sus maletas para volver a casa, y los recipientes de comida congelada de mamá sirven de “pincho”, para las fiestas de despedidas de los pisos ocupados durante el año. Albóndigas y guisos varios se amontonan entre platos de plástico y promesas de contacto fluido durante las vacaciones. Las inmobiliarias preparan sus contratos para nuevos inquilinos, y los caseros rezan porque no haya ningún estropicio que devore la extra de verano. Universitarios, caseros e inmobiliarias, no obstante, este año se frotan las manos, pues durante el próximo curso, la relación entre ellos sí que será más fluída, al abrirse una plataforma digital a través del Instituto Municipal de Juventud dirigida a ello. Y es que este miércoles se firmaba un convenio de colaboración con el Colegio Oficial de la Propiedad Inmobiliaria, que servirá de ayuda a los estudiantes a encontrar piso en nuestra ciudad (a través de inmobiliaria, no de particulares).

Los guisos de mamá, pues, seguirán siendo de tráfico legal, y gracias a este convenio, en apenas dos meses y medio, regresarán con mayor facilidad -si cabe- a los frigoríficos y arcones de pisos en alquiler.

Decimos adiós a los universitarios que tan importantes son en la economía de esta ciudad; y el transporte público, los libreros, los establecimientos de venta de ropa, gimnasios, supermercados, peluquerías, y hosteleros, “des-harán” su agosto en pro del parón habitual de verano. No queda más que esperar pacientemente la llegada de septiembre, los plazos de matrícula, el abastecimiento de material escolar y la compra de “tuppers” que contendrán los nuevos guisos de mamá.