Con 25 años de experiencia, este taxista italiano puede presumir de haber sido testigo privilegiado de la evolución del sector en la capital cacereña. Veterano del volante, comenzó a trabajar en la década de los 80 tras volver de Alemania donde se ganó la vida en la industria. Su apuesta por España y el amor de una extremeña le trajeron a Cáceres. Ahora Giuseppe Pennacchia, con 53 años y dos hijas, peina canas y se le enrojecen los ojos cuando recuerda el asesinato de un compañero en Bilbao hace varias semanas. "Piensas que puedes ser tú...", acierta a decir.

Nacido en el sur de Italia, habla sin tapujos de las dificultades para salir adelante de los currantes del taxi. "Hace falta trabajar un mínimo de 12 horas diarias para ganar un sueldo y mantener una familia. La mayoría está dando 14 y 15 horas y algunos hasta 20", explica, ya que los gastos han subido y los ingresos se mantienen igual. "El taxi da para ir viviendo, pero no con las ocho horas que trabaja todo el mundo", afirma.

Giuseppe tiene claro que el sector apenas ha sufrido cambios y culpa a los políticos: "La Administración tendría que haber redactado una normativa regional que ampare a los taxistas. El reglamento nacional está obsoleto".

Norma específica

Para este profesional, otras comunidades cuentan ya con una norma específica para regular el sector, una solución a demandas del taxi como la actualización de tarifas cada año conforme al IPC o la adaptación de vehículos. La subida del gasoil es otro ejemplo: antes pagaba 78 pesetas por litro y ahora casi un euro. Otro de sus sueños está a punto de morir: la cooperativa que creó con casi 30 compañeros se extinguirá a finales de año. Sólo quedarán 12 años para jubilarse.