"Mi experiencia empezó antes de que me diagnosticaran el cáncer". Ana María Florencio tiene 40 años y hace dos descubrió de repente un bulto en su pecho. "Estaba de vacaciones y se me vino el mundo encima..." Así comenzaba una nueva etapa en la vida de Ana María, unos meses de pruebas, esperas y, sobre todo, de intranquilidad. En octubre del 2003 los resultados descubrían tres tumores malignos.

"Todo se me anuló, sólo pensaba en mis dos hijos, que todavía eran pequeños... Mi familia --añade-- quería llevarme a los mejores médicos, pero Julio Naharro, mi ginecólogo de toda la vida, me dijo que confiara en él. Gracias a Julio estoy hoy aquí".

Después de la operación, que fue un éxito, su vida cambiaba por completo, pero salió adelante con la ayuda de su familia, sus amigos y, sobre todo, gracias a sus dos hijos: "Ellos han sido mi apoyo, mi ayuda y mi mejor medicina".

Poco a poco empezó a convivir con la enfermedad, sin ocultar lo que había ocurrido. "Al principio me costaba salir a la calle, porque soy una persona muy coqueta y con el tratamiento me quedé sin pelo, pero mis hijos me regalaron un pañuelo y me decían que me quedaba muy bien".

Su primer acercamiento con la Asociación de Ayuda contra el Cáncer fue porque "allí nos enseñaban a ponernos guapas, pero rechacé la ayuda porque no quería pertenecer a la asociación por mi enfermedad... Pero me quedó una espinita clavada y volví con la excusa de comprar lotería".

Esta vez ya no rechazó a la asociación, le presentaron a la secretaria, a la monitora de gimnasia y empezó a participar en todas las actividades que organizaban. "Ahora me estoy preparando para ser voluntaria y apoyar a todas las mujeres que sufren esta enfermedad, porque hasta que no lo sientes cercano no sabes lo que es... Quiero animarlas para que aprendan a convivir con el cáncer".

Carmen Reguero tiene 52 años y es ATS. Ella también ha tenido contacto con el cáncer de mama. Hace casi tres años acudió a una revisión anual y se lo detectaron. "Sentí como si me dieran una bofetada, fue una conmoción muy grande", dice.

Seguir adelante

Después del bajón anímico lo fue aceptando y empezó a asumir que tenía que luchar contra la enfermedad; podía abatirla porque se la habían diagnosticado a tiempo. "Comencé a plantearme soluciones como acudir a los mejores médicos y viajar al extranjero, pero al final me dejé en las manos de los especialistas de la ciudad".

La operación cumplió todas las expectativas y el tumor desapareció. "Fue entonces cuando le di importancia a cosas que antes no la tenían. Ahora la vida cobraba un sentido distinto, nacieron en mí unas nuevas ganas de vivir, de aferrarme a la vida y hacer especial cada minuto que pasaba".

Gracias a una amiga, Carmen acudió a la asociación de Cáceres, un lugar que, según ella, anima a seguir adelante. "Allí no hablamos del tema, no vamos de víctimas y no caemos en el pesimismo... No es una fuente de tristeza". En la sede celebran reuniones, pero los temas personales los dejan para el café.

Carmen reconoce que la sociedad ha evolucionado, porque "antes el cáncer era como una especie de tabú, nadie comentaba nada al respecto, la palabra estaba relacionada directamente con la muerte".

Ese concepto ha cambiado, aunque todavía hay personas que solamente comparten el sufrimiento con su entorno más cercano. "Hoy en día el cáncer tiene cura y se deben buscar todos los métodos para acabar con él, y uno de ellos es contarlo y compartirlo... Una vez que se ha explicado, lo más importante es cogerlo a tiempo, por eso aconsejo que todas las mujeres acudan a su ginecólogo y se hagan revisiones periódicas".

Mucha gente no sabe aún cómo es esta enfermedad; otros han oído hablar de ella, incluso existe un día en el calendario que recuerda su existencia; pero quienes realmente la conocen son aquellos que la han vivido de cerca, personas que luchan por la vida y no cesan hasta que ganan su batalla personal contra el cáncer.