Inmersos en esa espiral de noticias cutres con titulares amarillentos que alimentan los más bajos instintos, esto es, los que no pasan por el cerebro -ahí nos igualamos todos como en los mejores sueños totalitarios- observo la poca repercusión obtenida por la ampliación del museo Helga de Alvear. Si ya fue difícil conseguir que la galerista alemana se fijara en nuestra ciudad, el acuerdo por el que se amplia el museo es "una pica en Flandes". No solo alojará obras de autores tan reconocidos como Kandinsky , Picasso o Miró , -que sin entrar en detalles pictóricos, tienen un indudable tirón turístico- sino que permitirá exponer las obras más voluminosas de la coleccionista, hasta ahora guardadas.

A todo ello hay que sumarle el proyecto de Emilio Tuñón , arquitecto cercano a Helga y a dos de sus grandes amigos en Cáceres Toño y Jose Polo , que consigue una remodelación ajustada e integrada en el barrio como así reconocen las partes implicadas.

Todo esto significa, ni más ni menos, que los cacereños y todos los que nos visiten -aspecto éste muy importante- vamos a disfrutar en el centro de nuestra ciudad, plenamente integrado en la parte antigua, de un museo con una colección de arte contemporáneo muy destacable. De esta manera, la ciudad podrá ofrecer un atractivo más a los visitantes que, junto a la parte antigua, la gastronomía y otros aspectos reseñables, encontrarán un atractivo importante en la oferta cultural de la ciudad y, especialmente, en el nuevo museo.

No es fácil cuantificar la repercusión que el nuevo museo puede tener en el número de visitantes pero es indiscutible que con este logro cultural, nuestra pequeña y coqueta ciudad se engrandece en los mapas turísticos. No sé qué pensará usted, pero yo estoy un poco sorprendido de que los grandes gurús de la cultura cacereña y extremeña, los mismos que han manejado los presupuestos municipales y autonómicos del ramo con la arbitrariedad que impone lo políticamente correcto, los mismos que nos han impuesto lo que era cultura y lo que no, los mismos que repiten como un axioma mentiroso y cínico que "a estos no les importa la cultura", no alaben, aplaudan, vitoreen y escriban maravillas sobre este acuerdo esencialmente cultural. ¡Ya, ya! Ya sé que el silencio no es como consecuencia de que lo hayan conseguido "los otros", ellos no son sectarios y su política mucho menos- ¿Será entonces que anhelan al "Rey del pollo frito", icono cutre y chafardero de su cultura? Será-