No se conocían pero todos vivieron la misma experiencia en Smara, una ciudad situada en el desierto del Sahara. José Callero fue el anfitrión en la capital cacereña para reunir a los que, como él, hicieron la mili en Africa. La cita tuvo lugar en el Hotel Barceló V Centenario.

Antonio Almanza es le más veterano de todos. Estuvo en Smara en 1960 y cuenta su vivencia como si le acabara de suceder: "Aún recuerdo el olor a siroco, una mezcla de arena y aire del desierto". Antonio vive en León y se enteró del encuentro por internet. "Mi hija me dijo que había una página en la que algunas personas contaban su experiencia vivida en la mili", añade.

Juan Piqueras vive en Barcelona y es el creador de ese espacio en la red (www.sahara-mili.net ). El también estuvo en Smara y quería encontrar a alguien con quien compartir sus historias de la mili. "Lo bonito de este encuentro es que, aunque no nos hayamos visto nunca, es como si nos conociéramos de toda la vida". Algunos habían coincidido en ciertas ocasiones, porque viven en la misma ciudad, pero esta era la primera vez que se reunían todos.

Tropas nómadas

Angel Benito estuvo en el Sahara en 1974 y recuerda cómo fue su llegada al desierto: "Daba la sensación de que el fuego brotaba del suelo y mirar al cielo era un alivio. Anduvimos muchas horas y por fin, tras ascender una pequeña elevación, apareció Smara, un territorio que tenía un aspecto de soledad". Aunque parecía una zona desamparada, Benito sintió que podía llegar a ser una estancia gratificante. "Las instalaciones del cuartel de Tropas Nómadas eran confortables y todo lo que había allí despertaba mi curiosidad".

Manuel Cordero vive en Sevilla y recuerda su servicio militar como una aventura. le habían contado muchas historias sobre la mili, pero las anécdotas que él vivió no tenían nada que ver con lo que se había imaginado. "Cuando llegué a Smara pensaba que estab en el fin del mundo y que jamás iba a volver a ver a los míos, pero preferí tomármelo con paciencia y disfrutar de cada día".

Para él los primeros días fueron aburridos, "sólo nos dedicábamos a limpiar fusiles y a jugar a las chapas". Pero poco a poco todo fue cobrando sentido. "Recorrí las calles polvorientas de Smara, su zoco, sus cuarteles, pero me fui de allí sin entender nada".

Cuatro historias distintas, pero unidas por una experiencia única. José Callero y Cáceres fueron los causantes de que estos 22 hombres pudieran conocerse para disfrutar de un fin de semana recordando momentos y viendo fotos, en las que estaban muy cambiados.