Universitaria, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y con 180.000 habitantes, la ciudad húngara de Pécs disfruta este año del título de capital cultural de Europa junto a Essen (Alemania) y Estambul. Situada al sur del país y con unas comunicaciones por tren desde la capital Budapest que recuerdan a las de Cáceres con Madrid --se emplean más de tres horas en recorrer poco más de 200 kilómetros al precio de 20 euros--, Pécs ha renovado sus espacios públicos con el dinero de los fondos europeos, además de disfrutar este año de una amplia programación cultural con más de 200 proyectos aportados por entidades y colectivos ciudadanos.

Orgullosa de su basílica católica de cuatro torres y con grandes espacios verdes utilizados como escenarios, en la cuarta urbe del país se notan los cambios por la capitalidad con solo salir a dar un paseo. Obreros trabajando a destajo para terminar la peatonalización completa de su plaza mayor y estudiantes circulando en bicicleta dan vitalidad a esta ciudad, convertida gracias a sus más de 30.000 alumnos en una de las universidades más importantes de Europa. Hasta se ha creado una asociación que agrupa a las que quieren tener vínculos con la capitalidad.

Fuentes de financiación

Pero la capitalidad no solamente ha servido para mantener el espíritu joven de la ciudad. También para iniciar otros proyectos de envergadura como los nuevos edificios de la biblioteca y el palacio de exposiciones y congresos. Ambos, aún en construcción, se llevan buena parte de los 140 millones de euros que, en fondos europeos, han llegado a Pécs desde que en el 2005 fuese elegida como la representante húngara entre las once candidatas que se pugnaron en el país.

La programación cultural supone cerca de 40 millones, que llegan en su mayoría del Estado y en menor parte del ayuntamiento. Setenta personas trabajan en las oficinas de Pécs 2010, situadas junto a la plaza mayor. La gestión está encomendada a una empresa, encargada de supervisar proyectos y programa.

En el paquete de renovación de espacios también se ha incluido una antigua fábrica de cerámica, de una marca prestigiosa del país, que convertirá una zona degradada, situada en el extrarradio, en un barrio cultural para artistas, artesanos y niños, con talleres en vivo.

Con una población en la que se mezclan las minorías croata, alemana y gitana, Pécs presume de su calle principal, cerrada al tráfico, con elegantes restaurantes y terrazas en las que, al igual que en el resto del país, solo se puede pagar en florines húngaros porque el país aún no está en la zona euro. Una cerveza pasa de los dos euros al cambio y no se puede cenar por menos de diez. Las copas, con dosificador, no bajan de los seis. El servicio cumple con creces y la limpieza de las calles se convierte en la tónica general. La capitalidad también ha traído más de un millar de nuevos empleos.

Ilusionada con tener más visitantes, Pécs ha crecido gracias a la capitalidad. A dos horas por autovía de Budapest, en esta ciudad un cartel anuncia en su zona más turística que Pécs ostenta el título de ciudad de la cultura. Es la transformación húngara que persigue Cáceres 2016.