Ignacio Urquijo (Cáceres, 26-3-1988) estudió en el colegio San Antonio, se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense y superó el máster oficial en Política Internacional. Trabaja como freelance para varios medios y como investigador de campo para un proyecto sobre inmigración de la Universidad de Amsterdam, que le mantiene viajando de continuo por la costa española. Hoy hará un paréntesis para acudir a la presentación en Cáceres de su primera novela, De todas formas , publicada por la Editora Regional. El acto correrá a cargo de Miguel Angel Muñoz, director de El Periódico Extremadura, donde Ignacio Urquijo colabora como columnista. Será en la Biblioteca Pública a partir de las 20.30.

--Nacho, estamos grabando...

--Se me hace muy extraño estar al otro lado de la entrevista, no me parece mi sitio- (risas).

--Esto ocurre cuando un periodista publica libros, y en su caso ha comenzado pronto, lo escribió con 21 años. Incluye persecuciones, viajes, accidentes, pero afirma que no es de acción, sino de sentimientos.

--Las cosas que ocurren son una excusa para hablar de lo que siente el protagonista, porque al final lo que más pesa en la novela son sus sentimientos. El viaje exterior supone un motivo para el viaje interior. Al principio se trata de un personaje un poco quijotesco que sufre una decepción amorosa y se recluye en casa, hasta que mirando una antigua fotografía ve a la modelo del marco. Se obsesiona y emprende el viaje para conocerla, en el que él mismo acaba evolucionando.

--Y la novela relata que durante el camino descubre sentimientos "maravillosos" y "dolorosos"... ¿Por qué centrarse en los sentimientos durante la frenética actividad de los 21 años?

--Porque en realidad es lo que más nos mueve a esas edades, son momentos de descubrimientos malos y buenos: la primera vez que te enamoras, la primera vez que te dejan- Te lanzas al mundo con pocas explicaciones y tienes que aprender a digerir lo que te pasa. Te haces mayor de repente y aún eres joven.

--¿Qué hay de autobiográfico?

--Uno intenta no reconocerlo, pero algunos sentimientos de los que hablo sí son propios.

--¿Y las influencias de sus escritores latinos de cabecera?

--Precisamente escribí el libro un verano y en ese momento estaba leyendo Rayuela , de Cortázar, que me impresionó mucho. Me gustan García Márquez, Benedetti..., ellos tienen una forma de contar las cosas muy libre.

--¿Qué le ha enseñado su primera novela?

--El hecho de terminar un libro para mí fue un hito. Pero ahora todo se ha vuelto muy real, cada vez que escribo pienso que puede leerlo alguien, ha dejado de ser un juego para convertirse en una responsabilidad. Estoy aprendiendo a evadirme.

--¿Otros libros en perspectiva?

--Ya he escrito cien páginas de una segunda novela, pero tengo que encontrar un momento más tranquilo. Es muy paradójico, porque comencé hace cuatro años y cuenta la historia de un chico que publica un libro y después no puede escribir más.

--Mientras tanto sigue dedicado al periodismo y a la investigación. ¿Le gustaría seguir como 'freelance' o encontrar la seguridad en una redacción?

--Me gusta la libertad del freelance , pero es inestable. En una redacción también aprendes muchísimo porque tienes que preparar temas muy diversos partiendo de cero.

--Las elecciones en su generación son difíciles. Usted fue de los que se marchó al extranjero, a Berlín. ¿Cómo están los jóvenes en el exterior?

--La gente se va fuera sin saber muy bien a lo que va, y me incluyo. Luego te encuentras con una realidad dura: ingenieros trabajando de aparejadores, enfermeras ejerciendo de auxiliares... La situación no es fácil.