Aunque siempre estaba ayudando en la iglesia, ahora dando catequesis, ahora echando una mano a Cáritas, Jesús Maycol Corrales no se plateaba ser cura, y eso que la gente de su entorno se lo insinuaba una y otra vez al ver sus actitudes. De hecho, envió su solicitud para ingresar en el Ejército. Hasta que un día, con 19 años, comenzó un curso de ayuda a domicilio para enfermos y ancianos y vio claramente que su futuro estaba en el apoyo a los demás. "Pensé que ya era muy tarde, que en el seminario se ingresa con 13 o 14 años, pero no es así. Al principio mis padres se quedaron muy sorprendidos y enseguida me ayudaron muchísimo", relata.

Ser sacerdote no está de moda, no se lleva. "Vas a contracorriente y al principio me costaba más relacionarme con la gente, sentía que me miraban un poco extrañados, pero se supera. Por ejemplo, ahora mis amigos me apoyan mucho, no es habitual tener cerca a un futuro sacerdote", dice sonriente.

Conocer la realidad

Su aspiración, curiosamente similar a la de sus compañeros, es ejercer el sacerdocio en un municipio pequeño. "He nacido y me he criado en Aceituna, por eso me siento identificado con estas localidades. Un pueblo necesita hoy día un acompañamiento, una entrega a las personas, conocer sus necesidades e inquietudes". Pero además, Jesús Maycol tiene muy clara la forma de proceder: "No puedes llegar a la gente con teorías. Primero tienes que conocer la verdadera realidad del entorno y a partir de ahí poner en práctica todo lo que has estudiado en el seminario para ayudarles".

Este joven de 24 años también tiene una especial sensibilidad hacia los ancianos y los enfermos. De hecho, fue a través de ellos como vio el camino al sacerdocio. "Es algo que llevas dentro, quizás porque mis abuelos siempre han vivido en mi casa y mis padres me han inculcado este sentimiento desde pequeño", señala. En cualquier caso, y como el resto de sus compañeros, se marchará encantado al cometido que le encomienden, "allá donde pueda servir mejor".