Jordi Martín, Jórdiman , --www.magiajordiman.com en la web-- se atreve a partir de hoy a impartir un curso en el Centro de Profesores y Recursos de Cáceres para enseñar a los docentes a utilizar la magia como herramienta en las aulas.

--¿Cuál es su método?

--Trato de utilizar la capacidad didáctica de la magia. Con el tratamiento adecuado, se puede conseguir emplearla como un recurso docente muy válido. Además del uso didáctico, los profesores se introducen en ella y muchas veces, al conocer sus entresijos, te das cuenta de que lo cotidiano y habitual puede ser convertido en algo asombroso y motivador.

--Segundo objetivo: proporcionar más posibilidades de emplear la magia. ¿Tendrán los profesores que disfrazarse?

--Para conseguir que la magia tenga cabida en una dinámica de enseñanza hay que saber cómo emplearla. La finalidad de estos cursos no es que los profesores cambien su rol de educador por el de mago, sino que puedan utilizar las posibilidades que ofrece la magia como herramienta para conseguir determinados objetivos.

--Tercer objetivo: cómo potenciar la creatividad. ¿No le parece una utopía cuando los docentes están hablando de desmotivación?

--En primer lugar, intento reactivar la creatividad de los profesores para que consigan adaptar la herramienta mágica a sus necesidades docentes. Después, en el aula deben emplear lo aprendido para conseguir la motivación de los alumnos. No hay mejor remedio contra la desmotivación que dejar que la creatividad abra nuevas vías y tener la capacidad de saberlas aprovechar.

--¿Qué truco se le aplica a los alumnos pegados a la consola?

--Uno que les enseñe a mirar a su alrededor y ver lo mágico que se esconde detrás de lo que nos rodea. La magia trata de desafiar a las leyes que rigen esta realidad, pero conocerlas y descubrir cómo funcionan es igual de mágico y sorprendente. Crear en los chicos interés por algo y motivarles para que dediquen tiempo a estudiarlo es el truco perfecto. Lamentablemente hay que hacer algo más que agitar una varita para que suceda.

--¿Qué enseña el escenario?

--Que el entretenimiento es una tarea muy dura.

--¿Tiene algún remedio en su chistera contra la crisis?

--Olvídate de convertir un billete de cinco euros en uno de 500. Si supiera hacerlo no sería mago, sería rico. Además, en las chisteras de los magos hay remedios para el espíritu, no para el bolsillo.

--¿A qué le pondría magia?

--La magia es como el negro, combina bien con todo. Pero, sobre todo, la pondría en cosas que desilusionan y desencantan, que son la antítesis de la magia.

--¿Qué está preparando?

--Llevo tiempo con la intención de montar un espectáculo de gran formato, orientado a teatros y auditorios de gran capacidad, pero es un proceso lento y que se va madurando poco a poco. Es un proyecto de fondo que, debido a la atención requerida por las actividades actuales, se va dilatando en el tiempo pero que siempre está activo en un segundo plano. El proceso de creación es algo que requiere perseverancia y se va nutriendo de pequeñas cosas que van construyendo algo mayor, hasta que un día te das cuenta de que tienes todas las piezas.

--¿Por qué hay pocos magos?

--Es cierto, no hay muchos. Y, dentro de los que hay, gran parte tienen la magia como afición o la practican de forma amateur. Puede ser porque no hay una posibilidad de formación como tal, accesible y reconocida. Quiero decir que existen escuelas de arte dramático, conservatorios, o escuelas de Bellas Artes para formar actores, músicos o artistas plásticos. Pero apenas existen escuelas de magia y tampoco una formación reglada. Además, tampoco existen unas expectativas laborales fiables, de ahí que sean pocos los que hacen de la magia su oficio.

--Háganos su truco favorito.

--Cualquier truco que consiga una sonrisa en el abatido, una mirada de asombro en el indiferente y una pizca de ilusión en el desencantado.