¿Cómo ve la feria de Cáceres un padre de familia numerosa? De entrada casi como una cruzada, una lucha contra los elementos. El testimonio viene esta vez de la mano de Miguel Ángel Burgos, que tiene cinco hijos, de 10, 8, 5, 3 y 2 años. «¿Qué valiente, no?» Y él responde, «Bueno, no, sí», mientras se funde en una carcajada y comienza su relato. «Parece que tenemos atracciones de pueblo y no de una ciudad de 100.000 habitantes. Lo hemos visto con los Gorgoritos, que se exhiben en una tarima diminuta y era imposible ver absolutamente nada. Era casi una misión imposible contemplar el espectáculo con un mínimo de calidad en Cánovas».

Ahí no queda la cosa. El Día del Niño es otra de las grandes quejas, no solo de este padre, sino compartida por otros. «Es una estafa, es verdad que se ofrecen dos Días del Niño, con atracciones a mitad de precio, pero duran un segundo, mucha cantidad, poca calidad. Hay atracciones que cuestan 4 o 5 euros y ese día están a mitad de precio, aunque solo si te armas de paciencia logras que los niños puedan montarse en los cacharritos, es muy complicado». A juicio de Miguel Ángel Burgos, «si existe un pliego de condiciones sobre la feria y en él se recoge algo del Día del Niño, cosa que desconozco, debería exigirse un tiempo garantizado por atracción, pero lo que no puede ser es que porque estén a mitad de precio los niños te pregunten: ‘¿papá, ya se ha acabado el viaje?’. Es una decepción para ellos y en cierta manera un engaño para nosotros. El Día del Niño es, sencillamente, horroroso, con unas colas interminables», enfatiza.

Otro de los calvarios que relata este padre está en el boca a boca colectivo de Cáceres, se trata del acceso al recinto ferial: «Aquello es una auténtica jungla», así de clarito lo define. «Cuando entras en un garaje y ves un coche lleno de tierra, ya tienes la respuesta: ‘Este viene de la feria’. Es increíble que aquello no esté asfaltado, atravesar con los carritos esos caminos es tremendo, aparcar es una odisea y sortear todos los cables que te encuentras por el suelo, otra aún mayor».

El asunto de las consumiciones es igualmente objeto de queja. «Debería haber un poco más de control, sobre todo en el tema del alcohol». Y qué decir de los autobuses, complicada misión coger uno... «Tengo 40 años y lo que me pregunto es si a lo largo de todo este tiempo no ha habido ocasión de arreglarlo, de variar el programa, de hacer algo un poco más atractivo. Son siempre las mismas atracciones, es una feria muy repetitiva. Y esta no es la opinión de un exaltado, porque soy independiente y no hago esta crítica con afanes políticos. Es una realidad. Cáceres merece otra feria», concluye después de haber salido vivo de la que ya ha terminado.