No hace muchos días nuestro presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ilustró a los asistentes a la presentación de un acto de la Asociación de la Prensa de Cáceres sobre el criterio que debían seguir para seleccionar las noticias que debían publicar: las que interesen a la abuela.

Siguiendo con el profundo análisis sociológico inaugurado por Rodríguez Ibarra, el presidente de Nuevas Generaciones de Cáceres, Jorge Carrasco, da un toque de atención a políticos y analistas y propone como excelsos e infalibles asesores áulicos a una jubilada, un taxista y un veinteañero.

No vamos a menospreciar la opinión de tales personas, ni su condición, ni a negarles el derecho a exponer su pensamiento. Simplemente creo que se trata de una astracanada, publicada sin contar con los interesados. Porque los interesados se sonrojarían al conocer lo que se pone en su boca, salvo que la anciana sea sorda y no escuche los ruidos de los botellones y tan tonta que piense que el centenario de la virgen es cosa de Saponi, si el taxista no circula por toda la ciudad e ignora los atascos y barbaridades circulatorias de las que gozamos y si el joven es un aburrido que se conforma con los escasos y anticuados ocios que le propone el ayuntamiento y tiene por un marco maravilloso la impudicia del ferial. Cambia de analistas muchacho, que te están engañando.

Aunque no es necesario que preguntes a la abuela de Ibarra, que probablemente estará en mejor vida. Pues a la abuela de Rodríguez Ibarra le hubiera gustado que los periódicos dijeran todos los días que su nietecito es el más guapo, el mas listo, el más alto. ¡Ya se sabe cómo son las abuelas! ¿Y qué se puede hacer cuando no se tiene abuela que ilumine a los periodistas? Una sesión de espiritismo. ¿A que en la carrera de periodismo nunca te habían hablado de esto? Pues aprende.