Costaron 21.000 euros. Se pusieron hace nada, el 7 de marzo, y ya están destrozadas y sucias, dan una imagen cuando menos deplorable, bien distinta al objetivo con el que se instalaron. Cáceres quiso parecerse a Amsterdam y para promocionarse turísticamente colocó unas letras en su plaza Mayor. Las de Amsterdam brillan, las de Cáceres están ya para tirarlas al contenedor. Es una pena, pero es la triste realidad. Todo ha ocurrido durante este pasado fin de semana. La policía local, ante la celebración del festival Womad, aconsejó la retirada de las letras (son de hormigón y pesan 2.500 kilos cada una de ellas). De manera que la brigada de obras, con una grúa las retiró. Pero en el traslado en un camión hasta los talleres municipales aquello fue un desaguisado. Las piedras comenzaron a chocar unas con otras. Los de la brigada pensaron que no pasaría nada, que eran tan duras que no se romperían. Craso error. Cuando fueron a descargarlas vieron la ‘carnicería’. A tenor de lo sucedido está claro que la brigada municipal de Obras no empleó el mimo necesario en el traslado del conjunto escultórico puesto que las letras se deslizaron, lo que provocó el choque.

Las piezas, de 90x90x90, de hormigón blanco con colorante amarillo en masa, llevan un doble tratamiento en la superficie para quitar la porosidad y conseguir una superfice antigrafiti. Quedaron tan destrozadas que ahora tendrán que repararlas. El concejal Víctor Bazo dijo que será la propia brigada la que se encargará de su reparación, que se ha contactado con el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica, que será quien enviará el código de pigmentación y resina para devolverlas a su estado original.

La alcaldesa, Elena Nevado, también se refirió a este asunto. Visiblemente cabreada, dijo: «No vamos a tener flexibilidad, no se puede consentir. Hemos encargado un informe para que se determinen las causas y vamos a llegar hasta el final. No vamos a escurrir el bulto, se va a abrir un expediente para ver quién tiene la responsabilidad». La regidora fue clara al asegurar: «No le podemos echar la culpa ni al Womad ni a la gente, no han sido ellos. Así que a los funcionarios les vamos a exigir una responsabilidad. La brigada de obras fue quien trasladó las letras y ellos tendrán que dar una respuesta».

Con las letras, el ayuntamiento pretendía que Cáceres se convirtiera en un lugar de referencia y de visita obligada de cacereños y turistas para poder fotografiarse con el icono. El objetivo era que los turistas fueran embajadores de la ciudad transmitiendo el nombre de Cáceres. Las responsables del proyecto, al que dio forma el constructor cacereño Agustín Fondón, fueron dos arquitectas también cacereñas: Elena Gil Fernández y Carolina Gil Rojo.