Su contacto con la naturaleza ha sido la base de su vida. Nació en una familia de humildes campesinos y reconoce que la relación con su padre fue siempre tormentosa. El escritor Luis Landero (Juegos de la edad tardía , Caballeros de fortuna , El mágico aprendiz , El guitarrista , Hoy, Júpiter o Retrato de un hombre inmaduro ) tuvo que pagarse él mismo los estudios dando clases de guitarra clásica, aunque reconoce que uno de sus sueños frustrados ha sido convertirse en un Paco de Lucía. Se enamoró por primera vez a los ocho años y anhela profundamente esa infancia que vivió en los campos de Alburquerque. Prepara nueva novela que sacará en octubre. Esta semana participó en una charla con los alumnos de Bachillerato del instituto Al-Qázeres, quienes le preguntaron sobre su vida, su obra y los secretos de su libro Retrato de un hombre inmaduro , que han leído durante el curso.

--Es profesor de Literatura, ¿cómo enseña a los jóvenes a apreciarla en los institutos?

--Esto se contagia. Quienes enseñan literatura en realidad son Cervantes o Shakespeare, no los profesores. Nosotros somos intermediarios, los presentamos para que se lleven bien entre ellos. El entusiasmo es fundamental porque más que enseñar literatura hay que educar la sensibilidad, transmitir la experiencia que tiene uno de lector y desde luego huir de la teoría.

--¿Ese entusiasmo se lo transmitieron sus profesores?

--Más bien me lo transmitieron los autores. En mis tiempos de Bachillerato no me mandaron leer ningún libro. Con los fragmentos que vienen en los manuales me entró la fascinación por las palabras y por la poesía.

--¿Qué le reporta a usted el contacto con los jóvenes?

--He sido profesor toda mi vida. El contacto con los jóvenes a veces es terrible, pero en general siempre me he llevado muy bien con ellos, han sido mis amiguetes y mis alumnos de toda la vida.

--¿Por qué escribe?

--No lo sé, es como si me preguntas por qué te enamoraste una vez. Solo quien lo probó lo sabe, es imposible explicarlo porque pertenece al mundo profundo de los sentimientos y de la conciencia. Uno escribe por necesidad. Cuando alguien me dice que no sabe si escribir una novela yo le digo, ¿necesitas escribirla? y me dice no. Pues entonces no la escribas, solamente escribe si necesitas escribirla. Para mí escribir es como respirar, una necesidad, no sabría vivir sin escribir.

--Su literatura es una mezcla de lo real y lo inventado, ¿lo inventado son sus sueños?

--No, es el añadido imaginario. Todos tenemos de eso, porque cuando soñamos estamos poniendo en marcha la imaginación. No solamente somos lo que somos sino también lo que nos gustaría ser, nuestros deseos, nuestros anhelos, nuestros proyectos frustrados, nuestros proyectos venideros. Somos mezcla de presente, pasado y futuro. La imaginación es parte de nosotros.

--¿Qué cosas sueña que le hubiera gustado hacer?

--Ajedrecista, músico, guitarrista bueno como Paco de Lucía, o naturalista, porque admiro mucho a Darwin y a todos los que se dedican a estudiar botánica o fauna. Hay tantas cosas a las que uno se podía dedicar... Pero bueno, lo que nos toca vivir es una vida nada más y lo he dedicado a esto, que es lo mejor que he encontrado.

--¿El éxito corrompe?

--Sí. No quiero pecar de vanidad. El éxito es una droga adictiva como no habrá otra. Quien conoce el éxito ya no sabe prescindir de él. Entonces uno ya no hace lo que quiere sino lo que le demanda el mercado y uno se convierte en un siervo de los lectores y escribe para tener éxito. No se debe escribir para gustar.

--¿Cuáles son las mejores historias que ha leído?

--Muchas. Podemos recurrir al inevitable Cervantes, a Shakespeare a Kafka. No sé, sería una lista interminable.

--Hábleme de su infancia...

--Mis padres son campesinos. Vivía en el campo. Iba a buscar nidos durante la primavera, iba a grillos, a lagartos, a ranas. Recuerdo que en el mes de septiembre solíamos ir a higos y a membrillos. La infancia rural a mí me parece maravillosa y me encanta haberla vivido por el continuo contacto que se tiene con la naturaleza. Creo que después de la literatura lo que más amo es la naturaleza. Pienso que la patria del hombre es su infancia porque las experiencias no se olvidan.

--¿Sigue en contacto con la naturaleza?

--Sí. Además de estar en contacto físicamente lo hago también a través de la imaginación, de la televisión, de los libros, del recuerdo.

--En Retrato de un hombre inmaduro cuenta el final de una vida. ¿Al protagonista de su historia le hubiera gustado vivir en los tiempos tan difíciles que corren?

--Por la crisis no, pero hay muchos motivos por los que merece la pena vivir. Yo creo que una de las cosas revolucionarias de la crisis es la alegría porque España se ha convertido en un país triste y con la tristeza no se crea nada, no se puede luchar, ni indignarse si quiera. Hace falta un poco de alegría para acabar con todo eso.