Entre lágrimas, besos lanzados al aire y sonrisas confidentes se despidieron los niños saharauis de sus familias de acogida, montados en el autobús que les llevó a Talavera la Real, desde donde partió el vuelo hacia el campamento de refugiados de Tindouf, en Argelia.

La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui programó ayer la primera salida de 32 de los 115 niños que llegaron a la provincia de Cáceres a principios de julio. Hoy se van otros 37 y el día 1 de septiembre se irán los 46 restantes.

Los familiares de acogida coincidían en que los niños estaban un poco tristes, pero por otro lado, nerviosos e ilusionados por reencontrarse con sus familias. Elena Guerra comentó que su niño acogido estaba tan nervioso que no pudo dormir la noche anterior. "Dice que va a dar un beso a sus padres y que se vuelve a Cáceres", explicó la joven.

Muy especiales

Felisa Rodríguez, de Alcuéscar, comentó que durante el mes de julio la niña que acogió estuvo recuperándose de bronquitis. "Hoy faltará alguien muy especial en la mesa a la hora de la comida", dijo.

Comida, jabón, juguetes, calzado, medicinas y ropa de abrigo para soportar las bajas temperaturas por las noches, es lo que los niños se empeñan en meter en sus equipajes. "El peso máximo de las maletas es de 20 kilos, pero quieren llevarse de todo", indicó Dori Retamar, de Cabezuela del Valle.

Los familiares dicen que estaban ya acostumbrados a la despedida, aunque los primeros días sin ellos les echan de menos. "Sabemos que tiene que ser así, pero este momento es muy malo. Hemos tenido una niña durante tres años, la tenemos mucho cariño y forma parte de la familia", apuntó emocionado José Antonio Sampedro, dispuesto a repetir una experiencia inolvidable.