Uno de cada diez niños ha sido víctima de acoso, uno de cada tres reconoce haber agredido físicamente a un compañero en los últimos dos meses, y cinco de cada diez también admiten haber insultado a otro. Inquietante la radiografía que arroja el estudio realizado por la ONG Save the Children entre alumnos de Secundaria. La Unesco lo avala con sus propios datos: un 34 % de los menores de entre 11 y 13 años dicen haber sido acosados en los últimos 30 días, y un 8 % de ellos confiesan sufrirlo a diario. En Extremadura, el 14% han sido víctimas en algún momento de sus vidas de este problema.

La solución resulta tan fácil como compleja: que los chavales sean felices, tanto los acosados como los acosadores (tampoco lo son). Con este fin, la Fundación Inpa-Framaguad Cáceres ha implantado un plan efectivo de prevención contra toda forma de violencia. Y lo aplica en el lugar más adecuado: las propias aulas. Se trata de talleres grupales que buscan el desarrollo de recursos afectivos, cognitivos e instrumentales para que los menores aprendan a relacionarse de forma sana, con total autonomía y libertad individual, capacidad crítica y comportamientos prosociales, es decir, «para que logren potenciar su felicidad personal, el bienestar de sus familias y de la comunidad en la que viven», explica Guadalupe Andrada, psicóloga y presidenta de la fundación.

DOS AÑOS CON CADA AULA / En este nuevo curso, Inpa-Framaguad llegará a una docena de colegios e institutos cacereños, que se concretarán en las próximas semanas (siempre existen más solicitantes de los que pueden atenderse). Son talleres intensivos de unas 20 sesiones por curso, a lo largo de dos años, integrados en un programa pionero que se aplica en Cáceres desde 2013 pero que esta vez irá más allá: llegará a 24 aulas para realizar una investigación «estrictamente rigurosa» sobre la prevención de la violencia en edades tempranas, aplicando todos los datos que la fundación ha ido recopilando de esta experiencia, a fin de ultimar un programa de intervención contra el acoso que pueda ser de aplicación en cualquier punto del territorio nacional. «Estamos muy satisfechos con los avances, este plan es cada vez más eficaz, nos permite encauzar todos los casos de rechazo a otros niños que hemos encontrado en las clases», subraya la psicóloga.

Los cursos se realizan en los niveles de 5º y 6º de Primaria, y 1º y 2º de Secundaria. Se trata de las edades más críticas, cuando el grupo de iguales comienza a adquirir relevancia y la valoración o desprecio hacia los otros empieza a cristalizar. Los chicos ya salen con los compañeros, «se hacen evidentes problemas como el rechazo al que es diferente, surge el acoso, la violencia, las chanzas o las amenazas, directamente o a través del móvil y las redes sociales», matiza la psicóloga.

El niño acosador e intolerante orquesta a los grupos para marginar al que considera distinto. El niño acosado se irá quedando apartado. «Si no se trata al primero, crecerá sin empatía hacia los demás y entrará en riesgo personal y social (inadaptación, baja autoestima, agresividad en su entorno y su familia...). Si no se trata al segundo, comenzará a tener una percepción de sí mismo nada positiva», subraya Guadalupe Andrada.

SÍ PUEDE FRENARSE / El bullying intenso puede provocar una depresión en la víctima. En cuanto a los acosadores, el 60% acabarán cometiendo un delito antes de los 24 años. Sin embargo, tales comportamientos pueden corregirse en los últimos cursos de Primaria y primeros de Secundaria, para prevenir serios problemas en la edad adulta. De ahí estos talleres tan participativos y prácticos, que promocionan los valores positivos y favorecedores de la convivencia. Los chicos intervienen continuamente, se ponen en el lugar del otro, realizan lecturas y visualizan proyecciones que consiguen promover el perdón, la tolerancia y el espíritu crítico, porque aprender a decir «no» es realmente importante, al igual que saber encajar un contratiempo y afrontar situaciones adversas sin descolocarse y dañar a otros.

«Estamos de verdad encantados. Los escolares aprenden que los demás tienen también sentimientos, se encauzan los problemas incipientes y se erradica el acoso en los centros a los que vamos. Niños que estaban solos se introducen en los grupos. La soledad no querida es una de las formas más tremendas de vivir en sociedad», afirman desde la fundación. «Los colegios nos llaman cada vez más, ayudamos a los profesores a solucionar conductas disruptivas», matizan.

ASISTENCIA GRATUITA / Los profesionales de Inpa-Framaguad también ofrecen asistencia directa en su gabinete a los casos preocupantes de chicos acosadores. Prestan una atención psicológica continuada tanto a los padres como a los niños y jóvenes que por sus actitudes pueden desarrollar un estilo de vida que ponga en riesgo su salud psicológica y llevarlos a la exclusión social, la delincuencia y todo tipo de conductas violentas. En estos casos, si la familia tiene ingresos inferiores a 18.000 euros, la fundación les atiende de forma gratuita. Tras seis meses de trabajo continuado, un 90% de los menores superan sus comportamientos, sobre todo porque los padres empiezan a aplicar las pautas correctas en la educación que les facilitan los especialistas.

Además, la fundación restaña las heridas de los niños que han estado en el otro extremo, es decir, que han sido víctimas de acoso. También pueden restablecerse y llevar una vida normalizada con las pautas de los psicólogos que contrarrestan los efectos del acoso.