Desde hace tres años vive en la residencia de ancianos Virgen de la Asunción de la localidad cacereña de Torre de Santa María, aunque es natural de Madroñera. Por sus problemas de salud Joaquín Barrado se ve obligado a trasladarse a menudo hasta al hospital San Pedro de Alcántara de la capital cacereña. La última vez fue el pasado 26 de abril, cuando sufrió una crisis de asfixia. El médico del municipio cacereño en el que reside le aconsejó que fuera a Urgencias porque su capacidad pulmonar era en esos momentos muy crítica.

Hasta el centro de mayores llegó una ambulancia para recogerlo, pero no contaba con las prestaciones suficientes para su traslado. Joaquín tiene problemas de circulación y sobrepeso, por lo que su movilidad es reducida. Sin embargo la ambulancia carecía de una rampa que facilitara el acceso a personas con este tipo de discapacidad. Así que, lo que parecía que iba a servir para solucionar su enfermedad de los bronquios, se convirtió en una auténtica odisea.

Al carecer de rampa Joaquín solo podía entrar en la ambulancia por una de las puertas laterales. El conductor de la misma desplegó unas escaleras para facilitar que llegara hasta el asiento, pero éste solo pudo subir uno de ellos porque se asfixiaba; tanto, que necesitó en aquel momento que le suministraran oxígeno. Ante la situación el conductor de la ambulancia decidió intentar introducirlo a hombros, pero él solo no podía (Joaquín pesa 104 kilos). Necesitó la ayuda de otro de los residentes del centro de mayores. Finalmente entre los dos lograron que Joaquín entrara en la ambulancia pero, en el transcurso, le dieron varios golpes en las piernas que le provocaron heridas. Han acabado complicándose debido a los problemas de circulación que padece. Ayer tenía ambas piernas vendadas. "Me curaron las heridas aquí en el hospital, ya están bien pero me las han vendado por precaución. Lo pasé mal hasta que conseguí sentarme en la ambulancia. No hay derecho", denuncia a este diario Joaquín Barrado.

No entiende cómo a un centro de mayores pueden enviar una ambulancia que no está preparada para trasladar a personas con problemas de movilidad, ya que en las residencias muchos de los internos no pueden moverse. "Era una ambulancia del Samur. No entiendo cómo pueden enviar una ambulancia sin rampa. Si la hubiera tenido directamente me hubieran empujado en la camilla o en una silla de ruedas. No es la primera vez que pasa y lo que me gustaría es que nadie tuviera que pasar por esto", se queja Joaquín Barrado desde la habitación del Hospital San Pedro de Alcántara, donde aún se recupera.

Todavía no sabe cuándo le darán el alta pero, para regresar a Torre de Santa María, lo tiene claro: "La próxima vez lo primero será preguntar si la ambulancia tiene rampa. Voy a exigir que la tenga porque no quiero volver a pasar por esto", señala Joaquín Barrado.