María Jiménez, casada y con cuatro hijos, lleva 22 años preparando a niños para su primera comunión. Además, es presidenta de la Orden Seglar Dominicana y participa en el Foro de Laicos.

--No naciste en Cáceres, pero sientes devoción por la patrona

--Aunque nací en Peraleda de la Mata, me siento muy cacereña, porque llevo muchos años viviendo aquí. La Virgen de la Montaña es para mí la madre que no tuve, la perdí con siete años, y desde entonces, puse toda mi confianza en ella.

--Formas parte de los actos del novenario, ¿cómo?

--Me encargo de la liturgia y de las canciones de la eucaristía. En ello pongo todo mi cariño e ilusión, intentando transmitir a los demás mi sentimiento por la Virgen.

--¿Participas en todas?

--No, solo en las misas de las mañanas. A las diez, once, doce y una. Todas las vivo con la misma intensidad e ilusión.

--Durante el resto del año, ¿vas a visitarla o solo cuando está en Santa María?

--Cuando se encuentra en la concatedral estoy todos los días a su lado. A su casa de la montaña voy siempre que puedo. Pero nunca la olvido, le rezo el rosario a diario para tenerla presente en todo momento.

--¿ Qué te sorprende de los fieles cuando están allí, junto a ella?

--La fe que tienen los cacereños y como lloran ante su imagen. También el esfuerzo que hacen nuestros mayores, van a visitarla, aunque algunos no pueden ni caminar y, sobre todo, las caras ilusionadas de los más pequeños.

--¿Le hablas de la Virgen a los niños que acuden a catequesis?

--Siempre les digo que tenemos dos madres: una en la tierra, que nos ama con locura, y otra en el cielo, que nos quiere aun más. También les recuerdo que está siempre pendiente de nosotros con sus ojos misericordiosos y es abogada nuestra hacia Jesús.