Un 20 de marzo de 1967 Felipe Vázquez y Nieves Palacios reabrían en bar Las Cancelas en la Plaza de Italia, la ‘Placi’, como los cacereños conocían a este barrio. Acababan de llegar de Alemania, donde ambos habían estado trabajando en una fábrica de persianas, pero cuando ella quedó embarazada decidieron volver a España. En Las Cancelas se pusieron de moda los pinchos de callos, de oreja, de boquerones y de albóndigas que cocinaba cada día Nieves. Él comenzaba a trabajar muy temprano, a las cinco y media de la madrugada, porque daba de desayunar a los trabajadores del mercado de abastos, que entonces estaba en Obispo Galarza.

El negocio empezó a ponerse de moda, a pesar de que anteriormente había adquirido mala fama porque en él solían frecuentar las mujeres de los burdeles que se instalaron por aquella zona, había al menos una docena. Muy conocidos eran también los boletos que se vendían en Las Cancelas, con los que los clientes podían llevarse grandes premios (costaban una o dos pesetas). Cuando se abrían había varias posibilidades: que pusiera «no tiene premio», «siga jugando» o que tocaran 50, 100 e incluso 500 pesetas.

Hoy Felipe (82 años) y Nieves (80 años) están jubilados y el local lo regentan tres de sus cinco hijos: Nieves, Paco y José. Ayer cerraron hasta la calle Ceres (donde se ubica el establecimiento) para festejar el medio siglo de vida. Estaban los de ahora y los de siempre. Muchos de los clientes, que ya han dejado de vivir en el barrio, se acercaron para saludar a Nieves y Felipe. Ambos estaban visiblemente emocionados. «Es un orgullo encontrarte con gente de aquella época. Estoy muy orgullosa de que mis hijos hayan decidido seguir con el negocio, lo hacen muy bien», decía Nieves. A ambos sus hijos les regalaron ayer una placa para agradecerles su trabajo por mantener el negocio.

Para la fiesta llevaron a una banda de música que animó el ambiente desde mediodía con sus pasodobles. También prepararon una barbacoa, partieron dos jamones y elaboraron una gran paella para todos los asistentes. Los actuales gerentes del bar dicen que el secreto para mantener el local durante medio siglo se lo enseñaron sus padres: «Nos han criado en la educación del trabajo, es lo que nosotros hemos visto con ellos toda la vida; aunque también influye la buena clientela que siempre hemos tenido», decía ayer Paco, uno de los tres hermanos propietarios.